La confesión de la hermana de Blanca Fernández Ochoa sobre su suicidio: «Me decía que le daba vergüenza pedir ayuda»
SALUD MENTAL
Los expertos recuerdan algunas de las señales de alerta a las que estar atento si tenemos familiares o amigos con problemas de salud mental
03 jun 2024 . Actualizado a las 17:13 h.La esquiadora Blanca Fernández Ochoa, pionera en el deporte femenino español, fue hallada sin vida el 4 de septiembre del 2019 en la Sierra de Madrid. El trágico suceso fue un golpe para la familia de la deportista. Desde entonces, su hermana Lola Fernández Ochoa ha trabajado para concienciar sobre la importancia de la salud mental y ha creado la Fundación Blanca, que recientemente ha estrenado el documental El viaje. La medalla de la salud mental, con el objetivo de poner el foco en la importancia de hablar de suicidio y de todos los problemas relacionados con la salud mental.
Recientemente, en una conferencia, Lola habló del trágico fallecimiento de Blanca: «Ella decidió suicidarse, y al principio fue tremendo y me dio vergüenza porque éramos una familia tan unida…», reconoció. Hace unas semanas, en RTVE Catalunya, decía en una entrevista: «El problema que tuvo mi hermana es que le daba vergüenza reconocer que tenía un problema de salud mental», explicó la también olímpica que participó en los juegos de Los Ángeles de 1984, para después añadir: «Y no quiso pedir ayuda. Yo muchas veces se lo dije, “Blanca, vamos a pedir ayuda”, y ella me decía que no, que le daba vergüenza. Se sentía como pequeñita».
Pese a su labor activa de concienciación, Lola reconoce que sigue habiendo días complicados: «Es un drama del que me sigue costando mucho hablar, de la salud de mi hermana y de cómo acabó su final y su suicidio. Es muy duro hablar de ello», lamentaba.
De hecho, Lola reconoció que a día de hoy se arrepiente mucho de no haber hecho que su hermana encontrase ayuda: «Yo respeté su decisión, y es de lo único de lo que me arrepiento ahora, de no haberla llevado de las orejas».
¿Es posible prevenirlo?
El suicidio es un problema de salud pública que no ha dejado de aumentar en los últimas años. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año, cerca de un millón de personas se quitan la vida en todo el mundo. En España, de acuerdo a cifras del 2022 publicadas por el INE, hay una tasa de suicidio de 8,85 muertes por cada 100.000 habitantes. Con estos números en mente, «es prioritario que se haga un esfuerzo por visibilizar esta epidemia silenciosa y prevenir eficazmente el suicidio en nuestra sociedad», destacaba Fernández L. Vázquez, Catedrático de Psicología Clínica de la Universidade de Santiago de Compostela, en este artículo.
Tal y como indicaba el experto, que también es coordinador del Grupo de Investigación en Salud Mental y Psicopatología de la USC, la identificación de ciertos comportamientos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Hay actitudes que pueden alertar a las personas de su alrededor. «Entre los más frecuentes se encuentran la verbalización de la idea o posibilidad de quitarse la vida. Otra señal importante es que piensen en ello a menudo y que no deje de darle vueltas a esa idea», comentaba Vázquez.
En ocasiones, la persona puede expresar una cierta insatisfacción vital y poca voluntad de seguir adelante en un contexto de cercanía con individuos de su confianza, comentarios de enorme magnitud: «La suposición común de que las personas que amenazan con suicidarse no lo hacen no es cierta», recuerda el catedrático. Otra señal de alerta es que realice determinados preparativos relacionados con la desaparición, como es preparar el testamento, regalar pertenencias valiosas, poner los asuntos personales en orden sin explicación o despedirse de sus seres queridos como si nunca los volverse a ver.
Otra manifestación del problema es que tenga sentimientos intensos de soledad, de aislamiento o de impotencia ante la vida, sin ver ninguna salida de la situación. Que exprese desesperanza, una pérdida de interés por las aficiones, dejadez por el cuidado personal, «abandono de las obligaciones y una disminución acusada en el rendimiento laboral, alejamiento de la familia y amigos, así como una propensión al aislamiento personal y social», añade Vázquez a la lista.
El experto también recomendaba estar alerta a un cambio repentino en el estado de ánimo, ya que una mejora inesperada puede hacerle sentir con fuerzas «para poner en marcha sus planes de suicido», precisa. Otras pistas son cambios en la personalidad, en las rutinas, en los patrones de sueño o en la alimentación; así como una implicación en actividades de riesgo, como el consumo de drogas o la conducción temeraria.
Eso sí, el catedrático de la USC recordaba que las señales de advertencia no siempre son obvias «y pueden cambiar en función de la persona. Algunos lo expresan de forma clara, mientras que otros mantienen en secreto sus pensamientos», explicaba.
¿Cómo actuar si alguien cercano manifiesta una intención de suicidarse?
Álvaro Moleón, psiquiatra en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, recomendaba, en primer lugar, hablar con la persona, «decirle que la vemos mal, que no tenga tabúes y que hable con nosotros si le pasa algo», indicaba en este artículo, y después añadía: «Hay una cosa que muchas veces obviamos, y es preguntarle a la otra persona cómo está». El interés por el otro puede suponer cierta sensación de alivio.
Otra posible situación es que la persona esté siguiendo un tratamiento. En ese caso, «es importante custodiar la medicación, —aconsejaba— en algunos casos, será necesario supervisar a la persona las 24 horas del día durante cierta cantidad de días o semanas». Eso sí, esta actitud tendrá que plantearse como un acompañamiento y no como un control. Esto último podría aumentar el malestar del afectado.
Las personas con conductas suicidas y sus allegados pueden recibir ayuda las 24 horas llamando al 112, al Teléfono de la Esperanza (717 00 37 17) o al número de atención a la conducta suicida 024.