Así es una sesión de terapia de pareja: «Si no te hace feliz, pero le quieres, hay que pedir ayuda»
SALUD MENTAL
El psicólogo José Antonio Martín Herrero, especializado en este abordaje, explica cuánto dura el tratamiento, qué objetivos tiene y cómo se trabaja para resolver los problemas de una relación
10 jun 2024 . Actualizado a las 22:08 h.La decisión de acudir a psicoterapia no suele tomarse a la ligera. Y si hablamos de terapia de pareja, esto es más complejo aún. Aunque ambos miembros puedan ser conscientes de que existe un problema, dar el paso de plantear una consulta con un profesional no siempre es sencillo y no todas las personas están abiertas a abrir las puertas de su relación más íntima a un tercero, aún tratándose de un profesional.
Pero, aunque reparar una relación desgastada y cargada de resentimientos puede resultar una tarea casi imposible para quienes están atravesando ese momento difícil, en muchos casos, apenas dos o tres sesiones son suficientes para poner en marcha un cambio significativo y favorable. Así lo asegura el psicólogo José Antonio Martín Herrero, profesor en la Universidad de Salamanca.
A lo largo de más de treinta años de experiencia clínica en el campo de los vínculos amorosos, el experto ha desarrollado una metodología terapéutica que permite a los miembros de la pareja poner objetivos en común para ir juntos a por ellos. Un enfoque que ha resumido en su nuevo libro Terapia de pareja. Principios básicos e intervención (Aula magna, 2024). El especialista explica cómo es, desde dentro, una sesión de terapia de parejas y qué podemos esperar de este espacio de trabajo conjunto.
La primera sesión
Cuando una pareja acude a un profesional, en general, hay un problema que se ha intentado resolver o gestionar sin éxito. En esa primera sesión, se busca indagar acerca de esos problemas. «Pueden ser muy variados. Desde tensiones con la familia de origen hasta falta de escucha, desigualdades en la división del trabajo en casa, problemas económicos, celos o dependencia emocional. Hay un perfil de parejas que entran en crisis cuando los hijos tienen entre dos y cinco años, porque el cuidado desgasta, los niños absorben mucha atención de los padres y suele haber un cónyuge que se siente desplazado o celoso, incluso. En general, son parejas que ya han intentado solucionar el problema y necesitan otros recursos para encontrar esa solución», ilustra Martín.
A partir de aquí, comienza el verdadero trabajo. El profesional va a escuchar a ambas partes y va a buscar puntos en común para fijar, en base a ellos, unos objetivos terapéuticos. «Nos centramos fundamentalmente en resolver el conflicto básico de la pareja, en buscar comportamientos coherentes que faciliten la comunicación. Es importante ponerle nombre a lo que les pasa, indagar en por qué discuten. Se intenta explicar que en las terapias de pareja nunca hay un culpable, sino que lo que hay son dos responsables. Y en ese punto, se les invita a que piensen, juntos, a dónde quieren llegar», explica el experto.
Con el fin de alcanzar esos objetivos comunes, se trabajará, a lo largo de las sesiones, en varios ejes. «Trabajamos sobre la comunicación, la escucha, la confianza, la honestidad, el afrontamiento del estrés, la gestión económica, manejar el tiempo libre de ocio, tanto en pareja como individual, la sexualidad, que es un problema muy frecuente, porque no siempre ambos tienen los mismos gustos o fantasías. El afecto, los celos y la infidelidad son también temas que suelen surgir», detalla.
¿Cuánto dura una terapia de pareja?
Si bien no hay una medida estándar, ya que todo, en psicología, se debe individualizar y ajustar a las realidades de cada paciente, existen algunos parámetros que guían el trabajo de un terapeuta de parejas. Así, según el experto, «una sesión que dure más de una hora no es eficaz», por lo que esta suele ser la duración óptima.
La terapia puede variar, pero, en líneas generales, suele consistir en una sesión semanal durante unos meses. «En torno a unas 15 o 20 semanas suele ser suficiente, es decir, unos cuatro o cinco meses», señala en este sentido el psicólogo. Además, el experto habilita un canal de comunicación con sus pacientes a través de correos electrónicos o WhatsApp, donde pueden plantear inquietudes que surjan entre una sesión y la siguiente, así como apuntar comentarios y observaciones. «Yo tomo notas durante la sesión y las envío a la pareja, para que tengan un esquema de lo que se ha trabajado», explica.
No obstante, los resultados empiezan a notarse relativamente rápido, sobre todo si ambas personas están cooperando para que la pareja salga adelante. «A veces, vienen aquí, sueltan sus problemas y a la segunda o tercera sesión ya se empiezan a ver cambios y efectos. Esto es muy gratificante, porque cuando vienen, están sufriendo y si hay esfuerzo por parte de los dos, puede haber cambios muy rápido», apunta.
Cómo se trabaja en la terapia de pareja
«Yo utilizo un enfoque que se llama reeducación terapéutico-cognitiva. Muchas veces, no es tanto la situación en sí lo que causa el problema, sino cómo la vemos, lo que interpretamos, lo que leemos entre líneas de lo que ha dicho el otro y lo que ha querido decir. Entonces, reeducar a la pareja hacia la escucha y la comunicación es la clave», señala el especialista.
La premisa básica de este enfoque es que hay una diferencia entre las parejas sanas y las que no lo son. En estas últimas, observa Martín, puede haber fallas en alguno de los pilares fundamentales de la relación. Así lo explica el experto: «Hay cuatro patas básicas en la mesa estable de una pareja. Una es la comunicación con escucha activa, mirándonos a los ojos. Otra sería la honestidad, la confianza y no tener miedo a decir las cosas. Otra pata básica es el tiempo libre y el ocio, tanto en pareja como individual. Y la última es el sexo».
«En casi todas las parejas que vienen, encontramos que una o dos de esas patas no funcionan. Entonces, hay instrumentos y herramientas que empleamos para intentar proporcionar refuerzos positivos. Si somos una pareja, es importante que cuando hago algo tú puedas decirme si te ha gustado mucho, para que lo vuelva a repetir. Hay un montón de técnicas que empleamos para esto, pero la idea básica es que la pareja vea cuál de esas cuatro patas está fallando», detalla.
Comunicación, el ingrediente indispensable
La comunicación es la clave para mantener una relación sana. Esta es una máxima que hemos escuchado miles de veces. Pero ¿qué significa, en términos concretos? ¿Qué implica tener una buena comunicación con nuestra pareja? Para Martín, se trata, sobre todo, de poder hablar. «Cuando una pareja está sana y no hay una relación tóxica, se puede hablar de todo: desde economía y política hasta de qué nos pasa, nuestros intereses y nuestros gustos», asegura.
El problema, observa el experto, «es que hay parejas que no hablan. No cuentan lo que les ha pasado en el trabajo, no preguntan cómo ha ido el día. Se pone la televisión y se come viendo el telediario o usando el móvil. Como no se hablan, no saben los gustos del otro, las necesidades, los intereses, lo que le apetece a la otra persona. Damos por hecho que por ser nuestra pareja, el otro tiene que saber lo que nos gusta y lo que queremos, y entonces no lo comunicamos. Pero hay que hablar de todo. La fórmula que siempre repito a mis pacientes es: doy, pido y agradezco verbalmente», propone.
Mantener abierto este canal comunicativo también significa poder hablar de aquello que sabemos que no va a ser agradable de escuchar, ya sean críticas o sentimientos incómodos de asumir. Pero reprimirlos no es la respuesta. Lo que se aconseja es, en este sentido, construir una gestión adecuada de las emociones, con técnicas de comunicación asertivas y empáticas.
Hacer los deberes
Al final de la sesión, los terapeutas suelen dejarles a las parejas una serie de pautas a seguir durante los días posteriores o, incluso, indicarles ejercicios que han de realizar para trabajar en su relación. «Son actividades para que ellos mismos, poco a poco, vayan viendo cómo interaccionar de otro modo, vean sus errores, dónde pueden ganar y qué tienen que corregir», explica Martín.
«Por ejemplo, cuando hay que trabajar la rutina, propongo una actividad que se llama cajón secreto. Consiste en que cada uno mete en el cajón papeles de un color distinto con alguna actividad o algo que les gustaría hacer. Entonces, vas cogiendo papelitos que ha dejado el otro y la regla es que, una vez que lo coges, no puedes volver a meterlo en el cajón. Tienes que intentar llevarlo a cabo para cumplir el deseo de la otra persona. Y tienen que ser cosas asequibles. Por ejemplo, ir a ver un espectáculo determinado, o hacer una escapada a un sitio. Esto ayuda a que se dediquen atención y les demuestra a cada uno que la otra persona está implicada en intentar resolver los problemas y en seguir creciendo juntos», propone.
¿Es frecuente que las parejas se separen tras acudir a terapia?
Según Martín, la separación no es lo más frecuente tras la terapia. Por supuesto, cada pareja es única y se enfrenta a desafíos particulares. Sin embargo, Martín destaca que el motivo más frecuente de consulta es el desgaste que ocasiona a una pareja el mero paso del tiempo o, en otras palabras, la necesidad de reavivar la llama de la relación.
La buena noticia es que, con un esfuerzo conjunto, la situación puede reactivarse fácilmente en esos casos. «Cuando son problemas de convivencia, de años de pareja y de cotidianidad y rutina, es relativamente sencillo resolverlos. Y he tenido parejas que han venido a pedirme que les ayude a divorciarse de una manera pacífica y al final deciden seguir juntos. A veces el problema es tan sencillo de trabajar que se trata simplemente de potenciar la atención de uno a otro, mejorar el intercambio de refuerzos recíprocos», dice Martín.
Aquí también entran los mitos que la cultura ha impuesto acerca de cómo se tiene que relacionar una pareja, sobre todo si hablamos de parejas heterosexuales en las que el machismo puede marcar, directa o indirectamente, los roles. «A un hombre también le gusta que le digan que es guapo, también le gusta sentirse querido. Muchos hombres no se sienten atractivos para su pareja, muchas mujeres sienten que van a la peluquería o se ponen maquillaje pero el marido no se da cuenta. Todas esas cosas duelen, pero son tan sencillas de trabajar, que con diez sesiones puede ser suficiente para lograrlo», asegura el experto.
En cambio, «a veces es imposible y lo notas cuando vas viendo que uno de los dos no tiene interés en trabajar», observa. Cuando esto ocurre y solo uno de los miembros del equipo está poniendo de su parte, puede que no sea posible continuar juntos.
¿Hay situaciones en las que no es posible el trabajo terapéutico?
«Yo llevo trabajando con parejas desde 1990 y he trabajado con un millar de parejas. Siempre digo que hay dos factores que impiden que se pueda trabajar: cuando hay violencia física, psicológica o sexual, que es algo irreparable y habría que aconsejar a la persona agredida que se aleje de esa pareja, o cuando hay un tercero. Si hay otra persona en el medio, es complicado, porque a lo mejor, si yo tengo dos parejas, no me apetece trabajar para mejorar la relación con una de ellas, porque me está interesando más la otra», observa el experto.
¿Cuándo hay que ir a terapia?
La recomendación es clara: si no estás a gusto con tu pareja, es momento de consultar. «Hay un mito popular de que las cosas ya cambiarán, como si fuesen a mejorar por sí solas. He visto parejas que llevan juntas 15 años y desde el primer mes ya uno de los dos sufre. ¿Por qué? A veces es cuestión de apretar dos teclas y la cosa ya va mejor. Hay problemas más graves y serios, como la dependencia emocional o las relaciones tóxicas, en las que el trabajo es más complejo, pero la situación no tiene por qué llegar a ese punto para acudir. Yo creo que hay que pedir ayuda cuando tu pareja no te hace feliz, cuando te genera malestar», aconseja Martín.
El experto subraya que las parejas pueden atravesar períodos de crisis incluso aunque haya amor. «A veces tu pareja no te hace feliz, pero la quieres. En ese caso hay que pedir ayuda. Es como ir al fisio cuando te duele la espalda», concluye.