Tais Pérez y Sergio García, psicólogos: «No siempre tiene que existir una fisiopatología del cerebro que explique la depresión»
SALUD MENTAL
Especializados en ansiedad y depresión, apuntan a la necesidad de un cambio estructural en la sociedad: «Los niños se crían solos y los mayores mueren en soledad, nos olvidamos de que el ser humano sobrevive gracias a la comunidad»
06 nov 2024 . Actualizado a las 18:17 h.Tais Pérez Domínguez y Sergio García Morilla, psicólogos con más de quince años de experiencia clínica, creen que se habla mucho sobre depresión, pero no siempre con la evidencia científica bajo el brazo. Por eso, los profesionales, que son matrimonio, acaban de publicar Cómo gestionar la depresión (Zenith, 2024) un libro con el que desentrañan mitos arraigados y abordan temas delicados como el suicidio. A través de la ciencia y la psicología, los autores exploran estrategias efectivas para superar la depresión y las ideas suicidas, yendo mucho más allá del tratamiento farmacológico tradicional.
—¿Creéis que a pie de calle sigue sin entenderse bien qué es la depresión?
—Sergio García (S). Creemos que no está muy claro, como muchos términos de psicología. Al final, se usa mucho a nivel cotidiano. Todos estamos continuamente diciendo frases como «hoy me he levantado un poco depre», «esta persona está triste» o «mi autoestima no está bien». Estamos haciendo continuas referencias a términos de la psicología científica y muchos de ellos no corresponden a las definiciones concretas y reales de ese fenómeno. Por eso escribir sobre qué es y qué no es la depresión puede ayudar a entenderlo mejor. Diferenciar los aspectos negativos de la vida que generan tristeza, nostalgia o cualquier otro tipo de las mal llamadas emociones negativas, y lo que sería realmente una depresión clínica.
—¿Mal llamadas emociones negativas?
—S. Claro, es que todas las emociones tienen una función. Todos tenemos un repertorio emocional que lleva un bagaje genético, lo tenemos por alguna razón. Decir que la ira o la tristeza es negativa… Depende del contexto, el momento y la situación.
—Tais Pérez (T). Por eso es muy importante hablar de esto, porque la gente relaciona negativo con desagradable. No es agradable sentir tristeza o melancolía, y por eso se las considera «negativas», pero son funcionales. Cumplen con un objetivo, aunque en ese momento pueda resultar desagradable.
—¿Por qué no deberíamos hablar de personas tóxicas?
—S. Porque todos somos tóxicos para alguien, todos somos el malo de la película de alguien. Igual que la etiqueta de «persona vitamina», que se ha hecho muy famosa. Las que me hacen bien, vitamina y las que me hacen mal, tóxicas. Pero ¿por qué te hacen mal? ¿sucede porque no quieres escuchar el drama que está sufriendo? Puede que lo mejor sea que adquieras herramientas para tratar con esa persona. Hay que tener cuidado con esas etiquetas. Además que son estigmatizadoras en sí mismas, no definen la realidad. Es una clasificación muy arbitraria, es psicología de salón. Y en el ámbito de la divulgación, tendría mucho cuidado. Al final, todos necesitamos ayuda en algún momento y todos podemos tener un comportamiento que puede resultar tóxico para alguien.
—¿Es posible detectar un cerebro depresivo?
—T. No es posible. Hay muchos correlatos físicos, múltiples. Si consultamos estudios y literatura científica, se verá que los hay referidos a diferentes zonas del cerebro. Muchos intentan correlacionar distintas zonas del cerebro con la depresión, pero correlación no es causalidad.
—S. Lo que se ha ido descubriendo es que no siempre tiene que existir una fisiopatología del cerebro que explique la depresión. Igual que la hipótesis de la serotonina no se sostiene tampoco. La serotoninérgica que está detrás de las recomendaciones farmacéuticas de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) los antidepresivos. Está habiendo bastante peso, con el paso de los años, de evidencia que está poniendo en duda esas teorías psiquiátricas que se llevan practicando desde hace años. Es interesante ser crítico con eso y es verdad que la medicación ayuda a mucha gente, pero los motivos por los que ayuda son los que se están discutiendo.
—¿Por qué no se sostiene la teoría de los sistemas de recaptación de serotonina y la depresión?
—S. Porque es un modelo de caja negra. Te llega un input que es la medicación y un output que es la reducción del síntoma, pero no sabes lo que sucede realmente. Sabemos una hipótesis sobre lo que se supone que ocurre, pero la evidencia cada vez marca más que eso hay que tomárselo con cautela. De hecho, la gran crítica de la psiquiatría moderna viene desde dentro. No se sostiene porque hay mucho tipo de depresión que no cambia en ningún sentido con la medicación y se está utilizando esta sin ningún tipo de apoyo de intervención psicológica que ayude a tratar los cambios en el contexto y ambiente que han producido esa depresión. Hay muchos «porqués», no solo uno.
—T. Muchos pacientes están polimedicados porque se tratan los diferentes síntomas que produce la depresión, como la pérdida de apetito y la bajada de ánimo. Pero realmente son parches. Si no se trabaja en terapia, pueden estar medicados de por vida e irse habituando a los efectos de esta medicación.
—¿Influye nuestra personalidad tanto a la hora de prevenir esta depresión como a la de tratarla?
—T. Claro, las experiencias cambian cómo somos. Lo que vives hace que cambien tus creencias, tu forma de actuar, cómo te refuerzan lo que haces. Por ejemplo, una persona no es graciosa espontáneamente. Crece o evoluciona haciendo reír al resto y eso es un reforzamiento agradable para ella, por eso se queda en ese rol de «la graciosa del grupo».
—S. Al final, eres tu contexto de vida. No hay nada en ti que sea propio tuyo, lo has ido adquiriendo por aprendizaje en diferentes etapas de tu vida. Algunas más significativas e importantes, otras menos. Experiencias e interacciones que tienes con las personas que te rodean.
—¿Cada vez hay más personas que sufren depresión?
—T. Sí, porque cada vez más, estamos en un contexto más individualista en los que se incide menos en la comunidad. Los niños se crían solos y los mayores mueren en soledad. Nos olvidamos que el ser humano sobrevive gracias a la comunidad.
—¿Y cómo luchar ante esta nueva realidad?
—S. Preocupándote de una forma honesta y sincera por tu grupo de apoyo. Empezar por la familia, cuidando los lazos familiares. Algo tan fácil como buscar tiempo para estar con la gente que quieres. Creo que la aceleración constante en la que vivimos es uno de los detonantes mayores de la sensación de soledad que puede llevar a una persona a deprimirse. Y una de las formas de poner fin a eso es crear comunidad. Pero antes de todo esto, tiene que haber un cambio anterior: entender que la vida no es solo productividad, trabajar y estar continuamente haciendo cosas que nos alejen de los demás. Requiere un cambio de paradigma fuerte, porque tienes que luchar contra todo lo que te rodea alrededor.
—T. Cuando estamos en el trabajo estamos en la siguiente cosa que vamos a hacer y, en la siguiente, y así sucesivamente. Es una cuestión de ritmos, productividad y aceleración. Es necesario frenar, hacer las cosas más despacio. Cuidar al otro requiere tiempo. Y nosotros lo vemos mucho en sesión, la gente no tiene tiempo para pararse.
—¿Creen que no sabemos aburrirnos?
—T. ¿Aburrirse? ¿Quién lo hace hoy en día? Eso está fatal.
—S. Cuando nuestra hija nos dice que se aburre, siempre le digo: fantástico. Mira cómo es la sociedad, que una niña pequeña no quiere aburrirse. Pero es que los adultos tampoco estamos preparados para hacerlo. Lo ves en un avión. Todo el mundo está con una pantalla, un libro, un ordenador. Nadie está sentado, mirando a la nada, pensando en sus cosas. Es un mal general.
—También abordáis el suicidio.
—T. Y nos costó mucho escribir ese capítulo porque es muy complejo. Queríamos ponerlo en un lenguaje en el que el lector lo entendiera. De hecho, nos planteamos escribir un libro aparte porque resumir eso en un capítulo creo que fue lo más duro del libro. Y no de los mitos más extendidos es que la persona que se suicida lo hace porque está deprimida. No siempre es así.
—¿La depresión no es la única causa del suicidio?
—T. Una persona a la que desahucian no estaba deprimida antes de que la echaran de su casa. Tiene que ver más con la desesperanza, por ejemplo. Con no ver un futuro y pensar que los demás van a estar mejor sin ti.
—S. Seguramente esa mujer estará triste porque le quitan su hogar, pero es sintomatología. La causa de su suicidio no es que esté deprimida, es que le han quitado la casa. Pero eso es duro de decir. La culpa no es de ella, es social, es de todos. Nuestra denuncia es dejar de atribuir el origen y la causa al individuo de cualquier problema psicológico de la persona, y abrir el foco al contexto y a lo social. Ahí es donde tenemos que enfocarnos y asumir responsabilidades como sociedad.