Quinzán da Vila son unas pocas casas en las faldas de la sierra de O Faro. Este pueblo de la parroquia chantadina de Adá no es ajeno al envejecimiento poblacional, la huida a las ciudades y a las cabeceras de comarca más cercanas, males que por aquí se han hecho endémicos. Pero Quinzán parece haber dado con la fórmula para resistirse a un proceso que solo en la comarca de Chantada vació decenas de aldeas en solo unas décadas. Porque el pueblo mantiene una actividad asociativa envidiable y no deja de buscar alternativas de ocio para los niños, que aquí no son un bien tan escaso como en otros lugares de tamaño similar. Se pudo comprobar ayer, porque tocaba entregar los diplomas de una serie de cursos y actividades pensadas para los pequeños que se llevaron a cabo durante las últimas semanas. La entrega, en el bajo del edificio utilizado como sede por la asociación de vecinos de Quinzán, sirvió de excusa para montar una tarde de fiesta para los chavales. A la invitación del presidente de la asociación de vecinos, Luis Casanova Casas , acudió en nombre del Ayuntamiento el teniente de alcalde, Alfonso Piñeiro .
Tampoco les faltó actividad ayer a los responsables de la asociación de familiares de enfermos de alzhéimer de Chantada, que tenían preparado un curso muy especial. Se habían apuntado cerca de una veintena de profesionales que trabajan en el cuidado de ancianos en esta comarca, en Lugo, en Vilagarcía, en A???????Coruña y y en otros puntos de Galicia. La actividad la dirigía la brasileña Mita Adriana Deutel , una especialista que lleva nueve años trabajando en la aplicación de la música y la expresión corporal en terapias y actividades de tiempo libre para personas de edad avanzadas. Los responsables de la asociación están muy contentos de poder contar en Deutel para estas actividades, y se planteaban este primer curso como un ensayo que podría tener continuidad en una programación estable pensada para personas que trabajen en gente mayor. Si sale adelante, se lo contaremos. Las luces apagadas. Sabrán que ayer se celebraba en todo el mundo La hora del planeta, una inicitiva promovida por la organización no gubernamental WWW Adena, que llamaba a particulares y a instituciones públicas a apagones simbólicos en lugares y monumentos significativos entre las ocho y media y las nueve y media de la noche, para llamar la atención sobre los riesgos del cambio climático. El Ayuntamiento de Monforte se sumó a esta iniciativa y desconectó durante esa hora la iluminación artística de la torre del homenaje de San Vicente, el edificio de los Escolapios y los alrededores de la casa consistorial. También el parador de turismo se sumó apagando las luces de su fachada. En Lugo, el Ayuntamiento de Lugo también quiso participar, oscureciendo monumentos tan emblemáticos de la ciudad como la muralla.