El Melenas, uno de los reyes del alterne en Galicia, figura como dueño del club Eros

La Voz LUGO/LA VOZ.

LEMOS

21 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En algunas instituciones figura como propietario del club Eros, de Garabolos, convertido en cenizas desde el lunes por la mañana, uno de los pesos pesados del negocio de los clubes de alterne en Galicia durante algún tiempo. Se trata de Manuel Manteiga Rodríguez, conocido también como el Increíble. Este empresario de la noche tuvo que vérselas con la justicia lucense por hechos muy similares a los descubiertos en el transcurso de la operación Caricoa, con la salvedad de que en aquel entonces no estaban implicados miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. La justicia de Lugo le impuso 34 años de cárcel; la de Madrid, lo dejó libre de cargos.

El solar que ocupa el Eros, club precintado dentro del marco de la operación puesta en marcha para acabar con la mafia que rodeaba a algunos burdeles de la capital lucense, está dividido en dos. El número 19 de la avenida de A Coruña, aparece en algunos organismos a nombre de Manuel Manteiga Rodríguez. El número 21, está atribuido a Jenny María Manteiga Rico y Sonia Manteiga Rico, según expresaron ayer diversas fuentes. No se sabe con exactitud si realmente estas personas son las propietarias de los locales.

Lo que sí se conoce es que el negocio de burdel se implantó primero en el número 19. Los propietarios de la casa de una planta y del terreno la vendieron hace unos veinte años «a un tal Manuel» -así lo expresaron ayer vecinos de la zona- de Arteixo. Pasado el tiempo y como el negocio de la noche era muy próspero, el propietario se hizo con la casa colindante, la número 21. Solo tuvo que esperar a que murieran los moradores de la misma. Logrado este nuevo inmueble el siguiente paso fue unirlo después con el otro, lo cual permitió no solo aumentar a la zona de barra de la planta baja y a los reservados, sino abrir más habitaciones en la planta superior donde vivían las mujeres que trabajaban en el establecimiento que disponía de cocina en una de sus estancias.

Alquilado a Adán

El local comenzó a funcionar con el nombre de Scorpio. Pasados unos años, parece que el Increíble arrendó el local a José Manuel García Adán (ahora encarcelado como uno de los supuestos cabecillas de la trama Carioca). El establecimiento llegó a cambiar de manos varias veces.

Siendo Scorpio fue precintado y dejó de funcionar. Pasó meses, quizás casi un año, cerrado hasta que, posiblemente para burlar algún aspecto legal, lo bautizaron con Show Pub Eros, su denominación actual. Con este nombre llegó a tener varios dueños, entre ellos (según algunas referencias) José Marcos Grandío Ascariz, el último de ellos.

Los vecinos de la zona creen que la era de la prostitución en el establecimiento llegó a su fin ya que, entienden que ahora nadie será volverá a abrirlo como club de alterne. De todos modos la actividad que se realizaba en el establecimiento no iba ni venía a los residentes en la zona, alguno de los cuales manifestó el lunes cuando el humo salía desde el tejado, que nunca habían tenido problemas. «Os clientes ían ao que ían. Aparcaban os coches dentro do aparcadoiro pechado que había no solar e punto», dijo una vecina. Lo que pasaba dentro y la situación de las mujeres parece que ya es otra historia.

Hace ahora unos ocho años, aproximadamente, la policía lucense llevó a cabo una destacada operación en el establecimiento. Supuestamente fueron detenidos los cabecillas de una trama que esclavizaba a las mujeres no solo en el club Scorpio (posteriormente Eros) sino también en O Pazo, la barra americana que durante algunos años funcionó en un viejo caserío de la zona de la Fervedoira que también llegó a ser clausurado por decisión judicial. Al poco tiempo, le pusieron otro nombre y siguió funcionando, aunque la actividad nocturna no llegó a durar muchos años. El pazo (local que en su día fue el restaurante y pub) acabó cerrando y los propietarios del mismo lo pusieron a la venta.

Por los dos establecimientos pasaron diversos encargados que fueron «formándose» en el negocio y acabaron arrendando otros negocios en los que acabaron generando denuncias de las mujeres e incluso otros problemas.