Unos viticultores de Sober fabrican una máquina que les ahorra cargar 400 metros con las uvas
12 oct 2018 . Actualizado a las 22:16 h.Doade, Amandi, Vilachá de Salvadur, San Fiz... Son algunas de las parroquias de la Ribeira Sacra en las que los viñedos alcanzan pendientes más extremas. Vendimiar esas laderas exige cuerpos resistentes y cabezas sin vértigo, aunque los elevadores sobre carriles que han proliferado en los últimos años supongan una ayuda considerable. La viña que atiende Alfredo Pérez González está en Doade y no es apta para estos montacargas, así que para sacar de allí las uvas hay que cargar con ellas ladera arriba y abajo durante cientos de metros. O había que hacerlo, porque ya no. Él y su hijo se han fabricado una máquina que les pone las cosas mucho más fáciles, una especie de grúa doméstica que les permite hacer una vendimia un poco menos heroica.
Su viña está un poco por encima del embarcadero de Doade. Es una de las que limitan por encima con la carretera de Monforte a Castro Caldelas, una de las más concurridas por los turistas que visitan la Ribeira Sacra. Porque pasa por uno de los parajes de viñas en bancales más espectaculares de la Ribeira Sacra, y porque en ese embarcadero empiezan y terminan los recorridos en catamarán por el cañón del Sil que tienen su base en la orilla lucense del río.
Hasta un 90%
«A viña ten entre un 85 % e un 90 % de inclinación», explica Rosa Fernández, mujer y madre de los dos fabricantes de esta grúa. Con esa pendiente y con las dimensiones y características físicas de esta parcela, los elevadores sobre carriles no son viables, así que los que la vendimian se veían obligados a caminar cuatrocientos metros con las uvas para sacarlas a la carretera.
Esta familia tiene otras dos viñas en Doade, una de ellas con elevador y la otra con un acceso sencillo transitable para vehículos con remolque. Pero esta no. «Esta viña dá sobre 2.000 quilos de uvas, son moitos quilos que levar ás costas, resultaba moi incómodo», cuenta Rosa Fernández, que vive con su familia en Gundivós, otra parroquia de Sober.
Un fontanero y un mecánico
Alfredo Pérez es fontanero y su hijo Jhubent trabaja como mecánico, así que los dos están acostumbrados a aplicar imaginación y herramientas para resolver problemas domésticos. Y está claro que vendimiar esta viña es un problema, así que hace unos meses pusieron manos a la obra e idearon una solución.
Su remedio es sencillo. Consiste en un mástil metálico con un brazo giratorio que lleva en la punta un cabestrante motorizado que permite subir y bajar cajas cargadas de uvas. Como la carretera pasa justo por debajo de la viña, la grúa levanta la carga de uvas en la viña y la deja en la cuneta en solo unos segundos.
Plegado sobre la ladera
Los inventores del artilugio la han probado en esta vendimia y aseguran que funciona a la perfección. Una vez terminado su trabajo, a la grúa le retiran el motor y se pliega sobre la ladera, de forma que el impacto visual es mínimo.
Para esta familia, la vendimia iba a ser más corta que otras veces, porque en esta finca pegó fuerte el mildiu y el granizo del mes de julio. Pero además de corta, este año les ha resultado más fácil que nunca.
El único remedio tecnológico capaz de suavizar las vendimias en los bancales de la Ribeira Sacra era hasta ahora el de los elevadores mediante raíles, una solución ideada en los años 90 por el viticultor y profesor del colegio local José Manuel López Santos. A su idea le dio solidez técnica el entonces ferreiro de Bulso, Alfredo Fernández, y hacia el año 2000 los elevadores ya eran algo relativamente común no solo en Sober, sino en toda la Ribeira Sacra. En el 2005 llegaron las primeras subvenciones para instalarlos, a través de los fondos Leader.