Los investigadores tratan de saber qué comían los individuos exhumados este año en el castro de Cereixa
18 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Hace dos años, en diciembre del 2017, fueron descubiertos en el cementerio medieval del castro de Cereixa -en A Pobra do Brollón- los restos del individuo al que los investigadores dieron el nombre de Atilano. El pasado marzo se dieron a conocer los resultados de un análisis de los isótopos estables de sus huesos, que indicaron que este hombre consumió importantes cantidades de proteína animal -carne y probablemente también pescado-, lo que se considera como una buena alimentación para la sociedad rural de la época. Ahora se pretende aplicar el mismo análisis a los numerosos restos humanos exhumados en la última campaña de excavaciones realizada en el yacimiento durante el verano pasado, a fin de obtener más información sobre el modo de vida de esta comunidad.
Esta parte de la investigación corre a cargo del bioarqueólogo Patxi Pérez Ramallo, quien señala que uno de los principales objetivos consiste en comparar la dieta alimentaria de Atilano con la de las demás personas enterradas en la necrópolis de Cereixa. «Todo indica que Atilano pertencía a algún tipo de elite rural e é posible que a súa alimentación fose algo mellor que a que tiveron outras persoas que viviron no mesmo lugar», explica.
Los análisis de isótopos estables se llevarán a cabo en un laboratorio de la Sociedad Max Planck, una importante red de instituciones científicas de Alemania. En esta nueva fase se estudiarán los restos de unos catorce individuos, un número que los investigadores consideran como suficientemente representativo de la comunidad medieval de Cereixa. «Se queremos ter unha idea do réxime alimentario e do nivel xeral de vida dunha poboación, está claro que un único individuo non é bastante e que necesitamos estudar o maior número posible de persoas», dice Pérez a este respecto. «Comparando os datos obtidos dos diferentes restos, pódese inferir se había unha estratificación social e saber se unha parte da poboación estaba mellor alimentada que outra», agrega.
Nivel de subsistencia
Otros estudios de este tipo realizados anteriormente en diferentes enterramientos medievales han mostrado que las poblaciones rurales de ese período consumían una dieta de subsistencia compuesta principalmente de cereales, huevos y quesos, en la que escaseaban las proteínas de origen cárnico. El análisis de los restos de Atilano indicó que este individuo se alimentó también de mijo, un cereal hoy poco utilizado para el consumo humano en los países occidentales -no así en Asia y África-, pero que tuvo mucha importancia en la Edad Media. No obstante, parece que su nivel de consumo de este cereal era menor de lo que se considera habitual en las sociedades campesinas de ese período. En opinión de Pérez Ramallo, es probable que el estudio los restos de los otros individuos descubiertos en la necrópolis de Cereixa arroje indicios de una alimentación más pobre que la de Atilano.
La comparación entre los datos sobre la dieta que se obtengan en los análisis de isótopos se complementará con el estudio de los enterramientos, que también pueden revelar diferencias de nivel social. En la tumba de Atilano se encontró una hebilla de hierro de un tipo que indica una posición privilegiada en la sociedad. «Combinando a investigación sobre dieta e os datos arqueolóxicos obtidos no estudo das tumbas, quizá se poida obter unha imaxe da organización social da comunidade que viviu en Cereixa nesa época», añade el bioarqueólogo.
Las diferencias
en la alimentación pueden indicar distintos estratos sociales
Nueva tentativa para sacar datos genéticos
Además de los análisis de isótopos, los investigadores intentarán llevar cabo un análisis genético de los restos humanos desenterrados el pasado verano en la necrópolis de Cereixa. Esto es algo que ya se intentó hacer antes con Atilano, pero las muestras utilizadas en la investigación no conservaban ADN en buen estado y no se pudo obtener ningún dato.
Los nuevos análisis se llevarán a cabo en un laboratorio sueco. Con este estudio, los investigadores esperan conseguir información sobre las características genéticas de los antiguos habitantes de Cereixa y sobre su posible parentesco con otras poblaciones de la península y de Europa. Según apunta Pérez Ramallo, los resultados tardarán más tiempo en obtenerse que los de los análisis de isótopos. El motivo, según explica, es que esta parte de la investigación se encuadra en un proyecto más amplio, en el que también se estudiarán restos humanos recuperados en otros enterramientos medievales del norte peninsular. «Hai que analizar moitos materiais xunto cos de Cereixa e por iso haberá que esperar máis tempo», dice el bioarqueólogo.
En este proyecto está previsto obtener datos genéticos de más de cuarenta necrópolis medievales descubiertas en Galicia, Asturias, Castilla y León, País Vasco, Navarra y Aragón. Estos cementerios pertenecen a poblaciones situados a lo largo de las rutas jacobeas, que también fueron vías comerciales.