El oído que capta todas las músicas

LUGO

La Sociedad General de Autores presenta cada mes una media de seis reclamaciones por derechos de autor de canciones. En Concello de Lugo, entre los damnificados

16 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La Sociedad General de Autores no pierde comba en su reclamación de los derechos de las obras protegidas. Y si no, que se lo pregunten no sólo a los bares, a las discotecas o a las cafeterías. En su punto de mira también están, desde hace algún tiempo, los ayuntamiento y todo aquel negocio que utilice la música, aunque sea para relajarse, para hacer gimnasia, o para amenizar la venta diaria en un supermercado.

El Concello de Lugo es uno de los que ha podido notar en sus arcas que el ojo de la SGAE es como el de Dios, lo ve todo. Acaba de pagar 150.000 euros a esta sociedad por una reclamación que efectuó por derechos de las fiestas de San Froilán de los últimos años. Hubo un acuerdo antes de que llegaran a juicio. No ocurrió lo mismo con otros ayuntamientos. El de Vilalba pleiteó con la Sociedad General de Autores, fue condenado y el fallo recientemente confirmado en apelación por la Audiencia Provincial de Lugo. El tercer caso de concellos que llevó la SGAE al Juzgado de lo Mercantil fue el del Ayuntamiento de Ribadeo.

La citada sociedad lleva presentadas centenares de reclamaciones ante la citada instancia, a una media de diez al mes en los primeros tiempos en que el terreno estaba más a monte. Ahora se han reducido a unas seis o siete al mes, que siguen siendo bastantes.

Las cuentas de Teddy

Parte de los 400 millones de euros que repartió la sociedad el pasado año entre sus 91.000 socios, los 4 millones que invirtió en I+D+I y los 14 millones que destinó a promoción cultura, formación y asistencia social, los recaudó en la provincia de Lugo. La delegación de la citada sociedad en Galicia no ha hecho los cálculos disgregados de lo que corresponde a cada provincia.

El objetivo principal de la SGAE, según sus propios estatutos, es la defensa del autor como primer eslabón en la cadena de valor de la creación cultural; la administración de los ingresos que producen sus obras, tanto musicales como audiovisuales y coreográficas por el uso de terceros, y la distribución de los derechos generados entre los legítimos titulares.

La sociedad que preside Eduardo Bautista (Teddy cuando realizaba sus galas como músico), cuenta con una amplia red para reclamar lo que considera suyo, los derechos de autor. Incluye las reclamaciones por el impago de la cuota anual. Sus tentáculos llegan más allá que los de los pulpos y de ello pueden dar fe buena parte de los hosteleros de la provincia y ahora también los ayuntamientos.

La SGAE desplaza periódicamente a la provincia a un abogado coruñés que se encarga de la defensa de sus intereses y que presenta varias reclamaciones cada vez que comparece en la sede del Juzgado Mercantil.

En la ciudad la sociedad dispone de su propio procurado y de una red de agentes e incluso de detectives profesionales que comparecen en los juicios para testificar sobre la música que sonó en bodas, bautizos y comuniones; en las fiestas populares e incluso en los bares, a través de la televisión. En estos casos no sirve la disculpa del propietario del local de que dispone de un único aparato, pequeño para más señas, y que únicamente lo conecta en la hora de los informativos. La disculpa no sirve porque hasta la música del Telediario está sujeta a derechos de autor, al igual que la de los anuncios que amenizan los intermedios.

Los más escuchados

El brazo largo de la Sociedad General de Autores y Editores se extendió también a los gimnasios, a los salones de belleza y, por supuesto, a los salones de bodas. No es casualidad que la canción Paquito el chocolatero, de Gustavo Pascual Falcó fuera la que más sonó en los encuentros de música en vivo durante el pasado año en toda España. Y nos dieron las diez , de Joaquín Sabina, ocupó el quinto lugar, después de Viva el pasodoble , de Manuel Alejandro, Islas Canarias o Amparito Roca . En discotecas y pubs las que más se escucharon fueron Labios compartidos , que interpretan los mejicanos Maná y Ni una sola palabra , de su compatriota Paulina Rubio.

Para tratar de evitar problemas algunas asociaciones empresariales, especialmente del ámbito de la hostelería, firmaron convenios específicos con la Sociedad General de Autores y Editores. Los convenios no eximen de la responsabilidad individual de cada empresario, sea del sector que sea. La máxima es: el que escucha, paga.