Darío Rivas: «Cada vez estamos más salvajes, haciendo armas con mayor potencia para matar»
LUGO
El activista en pro de los derechos humanos tuvo 300 adhesiones al homenaje de Lugo
11 ago 2014 . Actualizado a las 06:58 h.«Un día el sacerdote lucense Xesús Mato me preguntó por teléfono: ¿De dónde salió un petiso, de una aldea que no conoce nadie y que arma tanto barullo?» Quien esto cuenta es Darío Rivas Cando, que a sus 94 años, se ha convertido en un gran activista en pro de los derechos humanos después de una larga lucha por recuperar a su padre, asesinado en el 36, cuando era alcalde de Castro de Rei. Sus esfuerzos tuvieron recompensa logró encontrar los restos de su progenitor y además consiguió el reconocimiento de centenares de personas en Argentina y España por su lucha para conseguir hacer justicia hacia aquellos desaparecidos durante lo que él denomina la «guerra incivil» española. La pasada semana recibió la placa de honor de la provincia de Lugo en un acto de repercusión internacional.
-¿Qué supuso para usted este reconocimiento?
-Me sacó un poco la amargura porque creo que el pueblo español sigue siendo noble y tiene sentimientos. Es un reconocimiento máximo a las víctimas de la Guerra Civil española y a la defensa de los derechos humanos.
-Tuvo la adhesión de más de 300 personas y colectivos de diversos países, especialmente de Argentina donde usted reside...
-Sí. Entre ellas están las de la Corte Suprema de Justicia Argentina, la del presidente de la sociedad de abogados de la capital federal, de Baltasar Garzón, de las Madres de la Plaza de Mayo, de la Federación de Sociedades Gallegas en Argentina... De Galicia, muchos escritores, sociedades y alcaldes de de varios partidos a los que no acepto como tendencia política sino apoyando la Guerra Civil porque quiero que se haga algo para que dejemos de hablar mal de ella; que se le otorguen los restos de las personas a sus seres queridos y puedan llevarlos a un panteón y que, de una vez por todas, tratamos de que haya gobiernos que representen al pueblo y no se produzca más aquella división porque España vive del mal recuerdo de una guerra insoportable. Mi agradecimiento sincero a todos los adherentes al homenaje y por la entrega de la placa de la provincia de Lugo que recibo y comparto en representación de todos aquellos que sufrieron el horror y el terror de la «guerra incivil». Gracias a todos por acordarse de las víctimas, de sus seres queridos y de defender los derechos humanos.
-Es curioso, entre los asistentes había personas que cuando usted empezó en su lucha le dieron portazos. ¿Qué piensa?
-Es algo que no podían evitar. Es la realidad del ser humano. Ellos se dan cuenta de que aquello no era lo que servía. No hacían nada manteniendo el criterio del asesinato, de la injusticia. No... porque el pueblo se da cuenta. Los pueblos van a tener que llegar a una situación de decir: el gobierno es nuestro empleado. Pero, actualmente en el mundo el pueblo es empleado del gobierno. Mientras no cambiemos la posición, ellos tienen derechos y atribuciones, de fueros y de cosas raras y el pueblo no tiene derecho más que ir a la cárcel cuando contraviene la ley. Es muy distinta la posición, mientras no llegue la civilización a razonar. Porque estamos cada vez más salvajes. Estamos en guerra todo el tiempo. Estamos fabricando armas para matar con más potencia. Estamos creando criminales con uniforme. Una persona que crea un soldado, ¿Lo está adiestrando para matar? Le está diciendo como tiene que pegar en el corazón para que se muera más rápido y eso no es civilización. Eso es la salvajada de la humanidad. Ninguna persona que declaró la guerra en el mundo fue al frente de batalla. Ningún rey murió en el campo de batalla, pero sus súbditos murieron para beneficio de la corona.
-Pinta mal el panorama para la paz, para los derechos humanos...
-Cada vez lo veo peor y como sigan así, voy a tratar antes de morirme de pasarme al reino animal porque es más humano. Los animales no matan sino es por subsistencia, mantienen el amor. No aprenden a matar, matan lo necesario para subsistir, para comer. No dejan a la presa muerta. ¿Qué me están hablando de la humanidad? ¡Si en los últimos diez días murieron mil personas ya! No lo entiendo.
-Es usted un gran luchador...
-Ya le expuse antes lo que me dijo un día, hace ya algún tiempo, Xesús Mato y tenía razón. ¿Quién soy en la Argentina? Nadie, nada. Un gallego... al que dieron trabajo y trabajo, no estuvo de vacaciones en ese país. Tuve distintas empresas, pero empecé llevando carros de «bosta». Hice todo tipo de trabajos. Los trabajos son una honra para la gente cuando es sana. Con los años, llegó la Cámara de Diputados Argentina y cita a Darío Rivas para hablar de él directamente en el hemiciclo. ¡A un gallego que nada tiene que ver con la Argentina! ¿Qué carajo hice yo, un tipo con cinco años de colegio para presidir el decanato de la Universidad de Salamanca? Eso es muy raro. A mí me han dado unas facilidades...