En Lugo, ya se sabe, entre los ciudadanos que viven de la política abundan hoy los titulados universitarios. A tan alta formación, documentalmente acreditada, debería corresponder un alto nivel en la pugna política; debería producir debates acerados, cargados de referencias intelectuales, explícitas o no. Pero no. En Lugo, como en el resto del país, la titulitis universitaria hace tiempo que dejó de corresponderse con una formación humanística medianamente sólida, rigurosa. Y así como de la solidez intelectual de Alfonso Guerra la secretaría de organización del PSOE llegó a la liquidez de César Luena, vino a caer de Luis Cordeiro a Darío Campos la materia gris en la Diputación, por no hablar de lo acontecido en el Concello en esa senda descendente que, tras el paréntesis de Orozco, llega a Lara Méndez. Nunca como hoy cabe dar la vuelta a la frase con la que Carlos Robles Piquer (Juan Español) inició en La Codorniz su artículo Obras y zapatos: «La preocupación por las ideas, que están en la cabeza, no debe impedir la preocupación por los zapatos, que están en los pies». En Lugo, como en el resto del país, la preocupación de los políticos está en los zapatos.
De lo que queda afirmado hay sobradas muestras en el PSOE y en PP. Andan las populares Elena Candia y Raquel Arias metidas en una dura y vivificante carrera hacia la presidencia provincial del PP, y ni en una sola ocasión se las ha escuchado desvelar qué senda quieren (y por qué) que siga su partido: centrista, más conservadora, liberal, liberal-social. Qué PP quieren impulsar desde Lugo, qué modelo de sociedad defienden. Nada se sabe; tal vez no aciertan a explicarlo. Están demasiado preocupadas por los pies y los zapatos (avales, firmas, compromisarios...) como para preocuparse por las ideas. Hay que decir que antes del inicio de esta carrera, Candia apuntó en alguna ocasión maneras que anunciaban aire fresco en el panorama de la derecha provincial. Una y otra, aún viven, quizá sin saberlo, atrapadas en Fernández de la Mora y en su «Estado de obras» y El crepúsculo de las ideologías. O sea, en los pies y los zapatos del artículo de Robles.