«Estoy muy contenta de estar en casa, pero me siento sin fuerzas», dice la monja centenaria que superó el coronavirus

Laura López LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

OSCAR CELA

La religiosa lucense, a punto de cumplir 102 años, recibió ayer el alta en el HULA y se recupera en su domicilio

22 may 2020 . Actualizado a las 21:22 h.

El nombre de Trinidad Prado ha sido noticia en medios de todo el país al superar el coronavirus con 101 años y recibir ayer el alta en el HULA, donde estuvo ingresada veinte días. La religiosa, que vive en Lugo desde 1966, se mostraba esta mañana agradecida y esperanzada, aunque todavía bastante convaleciente. Deberá terminar de recuperarse en su domicilio, y a través de sus compañeras, lanzaba un mensaje: «Estoy muy contenta de estar en casa, pero me siento sin fuerzas».

«Lo viví con mucha paz, rodeada de una gran amabilidad, cariño y profesionalidad»

Explica Trini, como la conocen en su entorno, que el tiempo que pasó en el HULA lo vivió con «mucha paz, rodeada de una gran amabilidad, cariño y profesionalidad». Cuando le preguntan si tiene ganas de salir y retomar sus quehaceres, su respuesta irradia energía: «¡Pues claro! Pero aún me siento muy débil. Ahora toca estar así, recuperarme, pero dando gracias a Dios». La religiosa agradece todas las muestras de cariño recibidas durante estos días y espera poder ver muy pronto a todos sus amigos.

Casi 102 años a sus espaldas no han sido impedimento para que María Trinidad Prado, Trini, como la conocen cariñosamente, haya vencido al coronavirus que se coló en su vida hace unas semanas y que tanto se está cebando con los más vulnerables. Pero Trini, religiosa desde hace más de ochenta años, está curtida en mil batallas y esta, con mucho esfuerzo, la ha superado. Ayer le dieron el alta en el HULA tras pasar veinte días ingresada por contraer el Covid-19. Ha mejorado y ahora podrá recuperarse del todo en su casa en Lugo, con los cuidados profesionales sanitarios y con la ayuda de sus compañeras de congregación de la Sagrada Familia de Burdeos.

Su permanente sonrisa, además de su fortaleza y su fe, ha sido una de sus grandes armas para afrontar el coronavirus y para convertirse, gracias a los cuidados médicos, en la persona de más edad en la provincia que supera el Covid-19. Lleva más de un siglo regalando sonrisas y gestos amables a familia, amigos y a toda la gente a la que cuidaba y visitaba, fundamentalmente, personas mayores que estaban solas. Una labor que desde 1966 desarrollaba en Lugo, y más concretamente, en la parroquia de A Milagrosa, con la que colabora desde 1990.

Los dibujos de Irea para Trini
Los dibujos de Irea para Trini

Fruto de esa alegría innata en Trini surgieron amistades también con las niñas y niños del vecindario. Irea y Xan, de tan solo 5 y 3 años, son dos de los pequeños a los que Trini conquistó con sus juegos, bromas y detalles. Tanto es así, que Irea consiguió hacerle llegar unos dibujos de ánimo a Trini mientras estaba en el hospital; en uno de ellos, aparecen ambas jugando juntas con globos. Estos gestos levantaron el ánimo tanto de Trini como de sus allegados e incluso del personal sanitario: «O día que chegaron os debuxos, souben que Trini se salvaría», cuentan desde su círculo cercano.

Los dibujos de Irea para Trini
Los dibujos de Irea para Trini

Y así fue. Pero la historia de Trini da para mucho. Y es, sobre todo, una historia de amor, servicio y entrega a los demás, marcada por la guerra, el trabajo, y otra de sus grandes pasiones, la medicina. Sobre su vida y sus rutinas habló a La Voz de Galicia en el 2018 con motivo de su 100 cumpleaños: «Fui enfermera hasta los 72 años y sigo levantándome a las 7 de la mañana», explicaba entonces.

Una mujer con vocación desde joven

Trinidad Prado nació en León el 2 de mayo de 1918, pocos meses antes de que terminase la Primera Guerra Mundial. Muy joven sintió la vocación y se trasladó a Madrid. El inicio de la Guerra Civil, en 1936, la pilló allí. Junto a otras postulantes y maestras se fueron a Delio (Bilbao), y en el mismo 36 partieron en un barco inglés desde Las Arenas hasta San Sebastián; de ahí, a Navarra, de nuevo a Bilbao y, una vez acabada la Guerra, en el 39, a Madrid.

Estudió Enfermería y su labor siempre estuvo vinculada al ámbito sanitario. De hecho, en Madrid trabajó en quirófanos de varias clínicas: «Me tocó vivir avances y cambios muy grandes en medicina (...). Recuerdo que en 1942 comenzaron en Madrid con la cirugía de corazón, empezaron a especializarse más en estas dolencias, porque entonces moría mucha gente por problemas de corazón. Muchos médicos se fueron a Holanda a especializarse. Los momentos más duros para mí han sido cuando algún enfermo moría, eso es muy doloroso; de hecho, donde he rezado con más intensidad ha sido en los quirófanos, para que el Señor guiara las manos de los médicos», recordaba en el reportaje que publicó La Voz.

En la capital estuvo hasta 1966, fecha en la que se trasladó a Lugo, donde continúa desde entonces. En la ciudad de la Muralla trabajó en el Sanatorio García Portela hasta 1990. Además, desde 1975 y hasta hace unos meses colaboró con el ropero de Cáritas. Desde el año 90 ayuda en la parroquia de A Milagrosa, visitando a enfermos y gente que está sola porque, dice, «la gente necesita a alguien que los escuche».