La fotografía que circula por redes sociales en que se ve una calle del centro atestada de gente una noche del pasado fin de semana, sin mascarilla ni guardar ya no la distancia mínima de seguridad sino ninguna distancia, no es que sea alarmante, es que debería provocar una movilización de las fuerzas de seguridad para sancionar a quienes incumplen flagrantemente las normas y nos ponen a todos en peligro.
Es chocante que se impida la apertura a los locales de ocio nocturno, que tienen vigilancia y seguridad como para hacer cumplir las reglas a quienes entran en sus establecimientos, pero se hace la vista gorda ante el botellón y los locales que incumplen sus horarios, dando cancha a toda esta disparatada actitud.
Se ve que seguimos sin entender qué ha pasado aquí, qué está pasando aquí y qué va a pasar aquí si no ponemos coto a tanta locura. Las noticias de rebrotes en poblaciones cada vez más cercanas (ya no hablamos de Pekín ni de Alemania) no parecen hacer mella en la inconsciencia colectiva y parece que confundimos nuestro deseo de normalidad con la durísima realidad.
Tampoco ayuda que mientras se prohíben las hogueras de San Juan, se organicen actividades en la calle, una incongruencia que probablemente sea bienintencionada pero que puede traer funestas consecuencias si no va acompañada de instrucciones y un fuerte dispositivo de seguridad.
Desde Lugo Monumental hemos animado a la gente a decorar sus locales y vestirse de época como homenaje al Arde Lucus, pero si eso es interpretado como una invitación a la imprudencia, dan ganas de olvidarse de todo y poner crespones negros en nuestras fachadas, porque se ve que no somos lo bastante civilizados como para actuar con mesura.
No echemos después las culpas a las autoridades, todos somos responsables de lo que hacemos. Sentidiño.