Proliferan casos de estas características en las zonas rurales de la provincia de Lugo
20 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Una llamada anónima alerta a una protectora de que hay animales en mal estado. Entonces, el mecanismo se pone en marcha para llegar hasta aldeas que muchas veces son difíciles de localizar y para comprobar cómo están perros y gatos, aunque en ocasiones entran en escena burros, caballos u otro tipo de animales. Muchas veces están atados, carecen de microchip y tienen alguna lesión. En las situaciones más favorables, están bien alimentados. En otras, son maltratados. Pero generalmente, los animales no tienen lo necesario para vivir con dignidad. Pero detrás de los perros, gatos o incluso ovejas, hay historias personales que hablan de precariedad y pobreza. Gente mayor encamada, sin recursos y viviendo en una situación bastante similar a la que tienen sus animales, rodeada de basura y sin algo caliente que llevarse a la boca.
Casos como el aquí descrito se suceden en la provincia de Lugo —y en el resto de Galicia hay constancia de que también— desde hace años. El último, un hombre que vive en Montemeá (Parga, Guitiriz) y que, según dice, tiene un estado de salud lamentable y a su padre encamado viviendo con él. Una llamada alertó a la Protectora de Animales y Plantas de Lugo de que había tres perros y un burro que vivían encadenados y en malas condiciones en una finca de esta aldea. Aunque la competencia en estos casos es de los ayuntamientos, que por ley deben tener un convenio con alguna protectora próxima que se haga cargo de los animales, en este caso no fue el ayuntamiento el que actuó. Lo hizo la protectora lucense, que recogió el sábado por la tarde a dos perros y al burro. Uno de los canes falleció unos días antes, según explicó el propietario, que justificó su muerte diciendo que un animal salvaje podría haber entrado en la finca y provocado así alguna herida mortal al perro, de tamaño pequeño. Los otros dos, uno de tamaño mediano y de tres o cuatro años de edad, vivía encadenado a la cisterna de un camión y el otro, estaba atado a los pies de la casa. «Non están maltratados, eu non lles pego, pero non podo atendelos en condicións pola situación que teño na casa», dijo este sábado el propietario.
Otros casos en Guitiriz
Esta situación se produce días después de la aparición del cadáver de un hombre en una casa del barrio de Prado, en la parroquia de Trasparga, ubicada también en el concello lucense de Guitiriz. Vivía con casi una decena de animales esqueléticos, que estaban sueltos por la finca y en mal estado, según precisaron los veterinarios que los atendieron posteriormente. La casa del fallecido estaba llena de basura y cierto es, los animales no estaban atendidos y carecían de las mínimas medidas higiénicas y sanitarias, pero el fallecido no gozaba de mejores condiciones para sí mismo. Este argumento eximió de cárcel a los presuntos autores que arrojaron un perro por la ventana en la ciudad amurallada hace más de tres años. La Audiencia Provincial de Lugo dio por probadas las condiciones insalubres en las que vivía el animal, pero no les otorgó relevancia penal porque sus dueños vivían de manera similar.
Son ejemplos de los cientos de casos que se suceden cada año, con concellos que miran hacia otro lado y vecinos que no alertan de lo que sucede en la casa que tienen enfrente. En ocasiones, los animales tienen microchip, algo que desvela que algún veterinario pudo haber acudido a verlos a su domicilio y, del mismo modo, pudo también normalizar una situación tan sangrante. Que se repitan no quiere decir que sean normales y, mucho menos, que puedan sucederse.