El mercado de Castro de Ribeiras de Lea se vio deslucido tras las nuevas restricciones
27 ene 2021 . Actualizado a las 20:44 h.Miguel Lozano, de Vilalba, mira para su mercancía, pero no aparece ningún cliente que se fije en ella. Grelos de la Terra Chá, patatas de A Limia y repollos que también tienen origen gallego aparecen en la parte trasera de su camión al lado de manzanas, de peras y de fresas. Este miércoles no parece un día de mercado en Castro de Ribeiras de Lea: apenas se ve gente por la calle y el número de coches aparcados en la travesía urbana (la carretera Rozas-Abadín, LU-113) es mucho menor al de un miércoles normal.
«A xente non ten gana de saír da casa e vir á feira», dice Lozano con la experiencia de años en el oficio. «Pouco paga a pena vir», asegura. De todos modos, su ánimo no coincide con sus intenciones, puesto que prevé ir el jueves al mercado de Mondoñedo.
De la carballeira han desaparecido vendedores que suelen acudir con productos agropecuarios. Quedan los de ropa o de calzado, aunque ni siquiera el alcalde, Francisco Balado, niega que el mercado tenga una escasa animación. De todos modos, el Concello de Castro de Rei no solo decidió mantener el mercado de Castro de Ribeiras de Lea, sino que también acordó continuar con el de la capital del municipio. En esa localidad, se celebrará el domingo.
Buenas ventas de pan
En contraste con el, poco interés por las hortalizas, sí parece que las ganas de comprar pan se mantienen. Es lo que comenta José Antonio Pacio, que con su panadería, situada en Abadín, acude a este mercado, al de Foz y al de Gontán. «Para o que se esperaba, vou vendendo bastante ben», afirma.
En ese caso, dice, las restricciones a la movilidad entre concellos se compensan con el alto número de parroquias de Castro de Rei y con los servicios situados en Castro de Ribeiras de Lea, que obligan a muchos vecinos a desplazarse a la localidad.
El pulpo, sin animación
Uno de los reclamos de Castro de Ribeiras de Lea los miércoles es el pulpo. Vecinos del municipio, de Lugo y de otros concellos cercanos acuden fielmente a la carballeira; sin embargo, esas imágenes de mesas llenas y de gente haciendo cola para comer están ahora desaparecidas. De pie, al lado de un caldero, la pulpeira Aurora Gómez, reconoce que el cierre perimetral de Lugo la dejó sin muchos clientes.
Hay la posibilidad de comprar una o varias raciones de pulpo, como ya ocurrió hace meses, y llevárselas a casa. Ni este miércoles parecía un atractivo para muchos, ni la idea despierta gran entusiasmo, dice la pulpeira: lo que gusta a la gente es comer el pulpo en la carballeira y hacer un poco de sobremesa.