Colombia. 2020 . Fernando Trueba. Javier Cámara, Patricia Tamayo, Juan Pablo Urrego. Parte de la crítica española se ha entregado, una vez más, en las manos de la última película de Fernando Trueba destacando sus virtudes, pocas pero las tiene, y obviando sus enormes defectos.
Es indudable que la historia del personaje que nos presentan es muy potente y merecedora de ser conocida y reconocida. Como también es destacable la ambientación y la interpretación, en especial de Javier Cámara. El problema surge cuando ponemos en escena unos elementos tan interesantes y escogemos como vía el academicismo, la falta de sutileza, el énfasis que raya lo ridículo, los continuos subrayados, en definitiva, un cóctel más cercano a la serie «Cuéntame», de consumo agradable y fácil, que una historia-río que enganche y emocione sin cursilerías como, por poner ejemplos maravillosos, hicieron Wajda en «El hombre de mármol» (1976); Marco Tullio Giordana en «La mejor juventud» (2003); Alfonso Cuarón en «Roma» (2018); Jean Renoir en «El río» (1951); o Wang Xiaoshuai en «Hasta siempre hijo mío» (2019).
Y regresamos al principio. Esa parte de la crítica que alaba el cine de Trueba es el mismo que condena al de Garci, cuando este realiza el mismo tipo película «bondadosa», acartonada y lleva de tópicos. Y una ultima reflexión. Algo falla cuando un director español cuenta una historia tan necesaria sobre un personaje y sobre hechos colombianos. Quizás, en el País Vasco, hubo personas tan generosas y destacadas que bien merecerían la atención.
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