Pedro halló en Ancares su «lugar en la vida» tras viajar por medio mundo

CANDELA F. ROLDÁN LUGO/ LA VOZ

LUGO

Óscar Cela

El pamplonés «tiró al monte» y compró una pensión en Campa da Braña en la que lleva trabajando 30 años

22 feb 2023 . Actualizado a las 17:52 h.

Pedro Sánchez, más conocido como Pedro de Ancares, como le gusta que lo llamen, llegó a la montaña de Lugo hace 30 años, cuando huía del «ruido y de la rapidez de la ciudad» en busca de su «lugar en la vida», que resultó estar en Campa da Braña, donde abrió su propia pensión y casa de comidas.

«Como todo el mundo, trabajaba para pagarme un piso y un coche, pero yo no estaba de acuerdo con esa filosofía de vida. Quería respirar y tener tiempo para mí, así que me fui de Pamplona, mi ciudad natal, para viajar por medio mundo», explica el hostelero, que pasó varios años en Turquía y Sudamérica, entre otros países, hasta instalarse definitivamente en Ancares con 32 años, una tierra que le fascinó desde el primer momento.

«¿Las cabras a dónde tiran?, al monte, ¿no?, pues yo igual», dice el pamplonés, que quedó fascinado al llegar a la montaña recomendado por unos amigos. «Me hospedé en varios sitios durante nueves meses hasta que encontré este mesón a la venta. No lo dudé ni un momento, me lo quedé y le di mi toque», declara.

Y es que nada más entrar por la puerta, además de un cartel de madera hecho a mano enmarcado con el nombre de la aldea y del propio establecimiento, Pedro tiene a la entrada tres pequeños cristales pintados con la bandera republicana. «Yo acojo a todo el mundo, pero me gusta dejar las cosas claras desde el principio. Esta es mi casa y, a quien lo le gusten mis valores, puede buscarse otra», dice convencido.

La pensión de Pedro, a 1.200 metros de altitud y a la puerta de algunas de las rutas más transitadas por los turistas, cuenta con siete habitaciones dobles y un comedor con capacidad para 50 personas, donde prepara platos típicos de Ancares con productos autóctonos de primera calidad. «Desde que llegué, es raro el fin de semana que no lleno el aforo. Suele estar a tope, y el 95% de los visitantes que recibo son gallegos. Supongo que por una cuestión de distancias», afirma el hostelero.

Pocos votos, poco interés

A pesar de que el albergue trabaja muy bien durante todo el año, el pamplonés cree que la montaña lucense no está «todo lo explotada que podría». «Aquí está todo sin hacer, ni siquiera hay una área recreativa o una playa fluvial, y los recursos sobran. Supongo que, al ser pocos votos, somos poco rentables y no interesamos», sostiene Pedro, que asegura además que la población es cada vez más escasa. «Ahora solo queda una tercera parte de la población que había en Cervantes cuando yo llegué», dice.

A su vez, reconoce que para él, Ancares es «el ying y el yiang de la vida». «Aquí no hay masificación, y eso es lo que más me gusta. Si hubiera más gente sería diferente, pero lo cierto es que es necesario para que la comarca pueda seguir con vida a través de sus vecinos», explica.