Lugo se suma a la moda del tardeo: «El ocio nocturno no pasa su mejor momento, mientras la copa de la sobremesa está a la orden del día»

Lucía Blanco
Lucía Blanco LUGO / LA VOZ

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El barrio de A Tinería acogió este sábado la primera Fiesta de la Primavera desde las doce hasta las siete de la tarde con música, talleres y mercado.
El barrio de A Tinería acogió este sábado la primera Fiesta de la Primavera desde las doce hasta las siete de la tarde con música, talleres y mercado. LAURA LEIRAS

Hosteleros del centro, de Augas Férreas y Magoi apuntan a un cambio de mentalidad en cuanto al ocio y auguran buen futuro a esta tendencia. «Tardaremos más o menos en consolidarlo, pero viene para quedarse», explican

27 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia y el cierre del ocio nocturno ya le dieron un empujón en su día a la tendencia del tardeo. Pero tomarse una copa, una caña o un refresco sin esperar a la noche ha sobrevivido después de las restricciones y sigue en auge en la ciudad, donde muchos lucenses han modificado sus horarios de ocio y han encontrado su momento de desconexión después de la sobremesa. Así lo confirman en la Taberna Daniel, en Bispo Basulto, donde han apostado por alguna que otra fiesta desde la hora del vermú. «A raíz del covid, se hacen más comidas y se prolongan más, sobre todo si ofreces conciertos de tarde. La gente es más propensa a alargar eso con respecto a antes que empezábamos las noches a las doce», explica Andrea Fernández.

Aunque confirman que la noche no ha desaparecido, por lo menos entre su público, «que es chateo y luego cenar», la afluencia entre los mediodías y las últimas horas del día se ha equilibrado. En cuanto a las edades, no es un fenómeno relevado a determinadas generaciones. «En Navidad, que hicimos el tardeo de Nochebuena y luego el de Fin de Año, teníamos gente desde la veintena hasta de 50 y 60. Depende de cómo lo orientes y de la música».

El paso de las horas va animando el ambiente e influye en el tipo de consumición. «Suelen empezar más flojos. A los mediodías se toman el vermú y el vino y después de comer a la mejor cae el chupito y la copa de después». Si hay un lugar donde entienden de vermús es en El Riba, en Praza do Campo, que consolidó una marca propia con la que diferenciarse. «Todo entra por los ojos, no es lo mismo echar un hielo y un trozo de limón que adornar, poner una hojita de menta y una copa bonita. Y yo me centré en eso», explica José Emilio Martínez, el dueño.

Fiebre del vermú

El cántabro asegura que en la ciudad se ha ido asentando poco a poco la afición por esta bebida. «Desde hace unos años está la fiebre de los vermús y eso ayuda porque antes era una bebida típica de mediodía y, aunque pongo más por las mañanas, también ponemos por la tarde, por la noche o de madrugada». La edad media de sus clientes está entre los 40 y los 60, pero los más jóvenes no son ajenos al furor. «Desde hace bastante tiempo noto que pandillas de chicos de 20 o 22 se están aficionando, está en auge».

La Cook sigue siendo uno de los locales por excelencia en Augas Férreas. Su propietario, Suso Díaz, explica que desde la pandemia notan un bum tanto del tardeo como de la hora del vermú, franjas horarias que concentran clientes a partir de la veintena. «Nunca tantos vermús vendimos como hasta ahora. El tema de los conciertos y de los espectáculos desde el covid se dificultó bastante, el ocio nocturno no está en su mejor momento y en cambio la copa de la tarde está a la orden del día».

Copas, cañas cafés o helados

Copas, vinos, refrescos, chupitos, cañas o cafés, porque en esa sobremesa que se alarga hay hueco para todos los paladares. «En un mismo grupo tienen gustos diferentes o ahora más hacia verano igual te apetece un café con hielo o un helado. Los tardeos pueden ser desde la sobremesa, sales de comer de un restaurante o de picoteo y te tomas algo por la zona y enlazas». El hostelero concreta que este cambio de mentalidad está influido por las mudanzas en la jornada laboral. «Antes esperaban a las ocho o a las nueve de la noche y ahora lo adelantan. Influye que mucha gente tiene horarios continuos y aprovecha al salir de trabajar», asegura.

Debido a la proximidad con las universidades, Jarabicha Taberna, situada en la Avenida de Magoi, es sitio de paso para estudiantes, aunque concentran todas las edades «Nosotros notamos mucha más gente por las tardes que por las mañanas, es cuando más funcionamos», explica Diego López, propietario del negocio. Las tapas siguen marcando el goteo de gente que busca un acompañamiento a su caña, vino o refresco. «A partir de las siete o de las siete y media empezamos a tener bastante movimiento sobre todo de viernes a domingo», puntualiza.

«Tardaremos en consolidarlo, pero viene para quedarse»

Lugo Monumental está preparando otra sesión vermú y de tarde en mayo con la que esperan repetir el éxito de la Tardebuena y la Tardevieja que organizaron en Bispo Basulto. «Hay más convivencia de generaciones, desde gente joven, con niños, con perros...», explica el presidente de la asociación de empresarios, Luis Latorre. Esta nueva fórmula de entender el ocio en horario vespertino, también presente en iniciativas como la de la fiesta de la primavera de este sábado en A Tinería, es más respetable con el descanso. «Y después vamos cumpliendo años e igual no te apetece salir hasta las tantas y prefieres tomarte algo con tranquilidad a mediodía. En la práctica es recuperar los vinos de toda la vida de otra manera».

Las salas modifican sus horarios

Las discotecas, pubs y salas tampoco son ajenas a una demanda creciente. En Sala Jagger el pasado fin de semana se estrenaron con un tardeo «puro y duro» desde las cuatro hasta las diez de la noche. «Estuvo a reventar. Hay un público que nos solicita después de comer tomarse una copa más que estar sentados y pedirse un café, sobre todo cuando son comidas familiares o de empresa», cuenta Tino Freijo, el dueño.

Aunque se puedan confundir con sesiones orientadas para los que no trasnochan, como familias con niños, se han encontrado de todo. «Parece que es para gente de los 35 para arriba, pero le gusta a todo el mundo y nos encontramos jóvenes de 25». El empresario augura un buen futuro del fenómeno, que ya está asentado en otras urbes. «Cuando van a ciudades como Valencia y lo ven, piensan que es lo ideal y te lo demandan. En A Coruña funciona de manera habitual los fines de semana. Aquí tardaremos más o menos en consolidarlo, pero viene para quedarse», concluye.