El Museo de Anfaco acoge una colección de conservas de pescado recuperadas en las trincheras de distintos frentes de batalla durante el último conflicto español
05 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Un grupo de latas oxidadas con sus respectivos cubiertos y alguna granada desactiva de marca Lafitte han regresado a Vigo tras una estancia de ochenta años a más de seiscientos kilómetros de distancia. Una buena parte de los recipientes de las conservas y los artefactos, ya inactivos, tienen su origen en La Metalúrgica de Vigo, aquella fábrica que trabajaba desde principios del siglo XX para la poderosa industria conservera local haciendo latas, pero que también fue llamada a filas por Franco para armar a sus ejércitos con granadas de mano.
Toda la colección fue extraída por Lluís Galocha en las antiguas trincheras de los frentes del Ebro, Segre y Teruel, una amplia zona en la que los ejércitos franquista y constitucional se batieron duramente durante meses. «Cuando observéis estas latas, intentad poneos en la piel del soldado al que le sirvieron de sustento. Cerrad los ojos y pensad en un joven de entre 17 y 25 años, recostado en una trinchera, con su arma lista para ser utilizada y con una de estas latas entre las manos acompañada de un chusco de pan, la única comida del día», explica el propietario de la colección, que se puede ver en el Museo Anfaco de la Conserva.
La cantidad de envases encontrados en uno y en otro bando en este frente pone en evidencia el protagonismo de las conservas de pescado durante la Guerra Civil. La disponibilidad, la portabilidad, los nutrientes y la durabilidad de los alimentos enlatados fueron imprescindibles para alimentar a los soldados y también para sustentar a algunas poblaciones sacudidas por el conflicto.
Durante la presentación de la nueva atracción del museo vigués, que está situado en el campus universitario, estuvo presente Xoán Carmona Badía, catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Santiago de Compostela. El investigador vigués ha dejado constancia en múltiples trabajos del rol dispensador de alimentos conservados que jugó toda Galicia, y especialmente Vigo, para el ejército sublevado.
Pero no solo quitaban el hambre a los soldados nacionales lo que se producía en las fábricas viguesas. A la ya mencionada fabricación de granadas de mano que asumió La Metalurgia hay que añadir las bombas de avión que se montaban en el astillero de Hijos de J. Barreras, así como granadas de mortero y otros tipos de proyectiles.
No todas las piezas que ya se pueden ver en el museo vigués fueron fabricadas en Vigo. Hay envases de leche condensa La Lechera que proceden de La Penilla, en Santander, o El Niño, de Torrelavega, también en Cantabria.
La exposición de las piezas protagonistas se completa con material publicitario de la época. Incluso se destacan recortes de prensa en los que la conserva es protagonista. Es el caso de un prisionero republicano, evadido de un campo nacional, que afirma que por alimento diario le daban pan escaso y una pequeña lata de sardinas.
El Museo Anfaco tiene como misión la conservación del patrimonio industrial y bibliográfico de la industria conservera de pescados y mariscos española y la difusión de su historia entre todos los ciudadanos, vista a través de la evolución de la organización empresarial que desde 1904 la representa. Las visitas hay que concertarlas previamente.