Queda lejos aquel mes de julio del 2017 en el que un solo bitcoin llegó a valer 19.511 dólares, su máximo histórico. Ha llovido mucho desde entonces. Durante el 2018, el mercado ha estado dominado por los retrocesos en la cotización.
Pero el bitcoin solo es la cara más visible, ya que el resto de criptomonedas han sufrido los rigores de un entorno donde impera la incertidumbre, con amenazas de una regulación severa por parte de EE.UU. y otros organismos internacionales. Al margen de la volatilidad típica de un mercado inmaduro, parece que una pregunta empieza a instaurarse entre los inversores: ¿Las criptomonedas van a tener una utilidad clara o solo serán reservas de valor?
Hace meses, uno de los ponentes de un evento al que asistí preguntó cuántos de los presentes habían invertido en criptomonedas. Prácticamente, el total de sala había hecho alguna operación. A continuación, preguntó cuántos habían pagado alguna compra de algo real con criptodivisas. La respuesta fue ninguno. En mi opinión, este punto es importante ya que, tanto el bitcoin como la tecnología que utiliza (blockchain) son productos inmaduros y todavía no existe una aplicación práctica extendida. ¿Cómo se calcula así pues el valor intrínseco de un activo que no tiene aplicación práctica? El valor lo está fijando la oferta vs demanda en un mercado inmaduro que se mueve por oleadas en función de expectativas generadas sin materializar.
Muchos inversores consideran que no es necesaria una aplicación y que el bitcoin puede ser una reserva de valor, una especie de oro digital. De hecho, durante el 2017 el mercado experimentó una fiebre especulativa, muy parecida a la fiebre del oro de California de 1848. Un gran número de personas decidió probar e invertir atraídos por el boca a boca de gente que consiguió ganar mucho dinero en poco tiempo. Pero tal y como pasó en aquella época, pocos mineros se hicieron ricos, mientras que proveedores de los mismos y otros comerciantes sí hicieron fortuna.
Teniendo en cuenta lo anterior, muchos analistas creen que este 2019 será un año de estabilidad. Consideran muy complicado que se vuelvan a ver precios como los del 2017 en el corto plazo. Pero una cosa está clara, a pesar de la incertidumbre, las criptomonedas han venido para quedarse y, a medida que aumente su aplicación y se despejen las dudas regulatorias, el valor se verá reflejado en su cotización.