«Quiero que mi hotel sea como los que me gustan cuando viajo»

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña SANTIAGO / LA VOZ

MERCADOS

SANDRA ALONSO

La hostelería no era inicialmente su objetivo ni el de su familia, pero un día decidieron invertir en un hotel con encanto en la Rúa do Vilar de Santiago y ahí encontró una pasión. Tanto, que aceptó el reto de ponerse al frente de la asociación de hosteleros de Compostela en un momento clave por los cambios en el modelo turístico. Y en ello está, decidida.

14 ene 2019 . Actualizado a las 13:38 h.

Nació en 1960 en Lugo y se crio entre las murallas sin sospechar que nunca se dedicaría a la carrera que la llevó a Santiago, Biología, ni que acabaría siendo tan compostelana como la que más, entregada con pasión a la hostelería local. Pero así es la vida, y la de Sara Santos Ferreiro la llevó a crear una familia en Compostela tras casarse muy jovencita, a los 19 años, y a gestionar un hotel con encanto en un edificio restaurado de la Rúa do Vilar y una pensión en la paralela Rúa Nova. Desde hace cuatro años es, además, presidenta de la Asociación Hostelería Compostela.

-¿Cómo acabó en la hostelería?

-Me casé muy joven y tuve a mi hijo Alberto enseguida. Entonces me preparé para llevar la contabilidad de un negocio familiar, aunque luego seguí como autónoma con mi propio despacho. Pero nos rondaba la idea de crear nuestro propio hotel y compramos una casa en la Rúa do Vilar. Así empecé en el año 2004 con el hotel Rúa Villar. Lo restauramos y lo decoré a mi manera, porque me gusta mucho la decoración, es un hotel acogedor de 15 habitaciones en el que procuro que la gente se sienta como en su casa. Quiero que mi hotel sea como los que me gustan cuando viajo.

-Tiene, además, una interesante colección de cuadros, con obras de Miró, Tàpies o Laxeiro.

-Sí, es una casa señorial del siglo XVIII a la que hubo que hacerle una buena reforma para hacerla acogedora y hemos incluido la colección de cuadros que ya tenía la familia. Es todo muy familiar, como recibir en casa, porque es un hotel pequeño y el trato es muy personal. Estoy yo y está mi hijo y entre 13 y 17 empleados, dependiendo de la época, y puedo decir orgullosa que la mayoría están con nosotros desde el principio y son de máxima confianza. Puedo pasar un mes sin entrar en una habitación que sé que todo está como a mí me gusta.

-¿Qué le llevó a asumir el reto de la presidencia de los hosteleros compostelanos?

-Me lo propusieron y me apetecía luchar por esto, pensé que podía aportar algo y lo hago con mucha ilusión y con ganas de trabajar por el sector.

-Un sector que se enfrenta a cambios en el modelo turístico. ¿Cuáles son sus principales retos?

-El principal problema es que no logramos desestacionalizarnos. Lo que ganamos en seis meses lo perdemos en los otros seis. Santiago tiene un potencial tremendo: cultural, gastronómico, religioso, patrimonial, pero la gente solo viene a ver la catedral porque no lo sabe, tenemos que decírselo nosotros. Falta promoción. Vienen, sellan la compostela, dan un paseo por las cuatro calles principales, en las que además están cerrando las tiendas, y se van para Fisterra. Se está convirtiendo en una ciudad de paso y ni siquiera se cuida el turismo de congresos, que siempre fue muy importante para la ciudad. Es una pena decirlo, pero Santiago cada vez es más triste.

-¿Otras localidades lo están haciendo mejor?

-Pues hay que reconocer que nuestros compañeros de A Costa da Morte lo están haciendo muy bien, y luego está el problema de las conexiones aéreas, los vuelos directos se están derivando a Oporto y Portugal está dando una oferta muy atractiva.

«No nos gusta hablar de números, sino de porcentajes de ocupación y de calidad»

Sara Santos, que forma también parte del Clúster de Turismo de Galicia, no quiere saber nada de esa competencia de cifras que indican que, en el 2018, el número de turistas bajó ligeramente en Galicia. «No nos gusta hablar de números sino de porcentajes de ocupación y de calidad». Una calidad mermada por diferentes factores entre los que tiene mucho que ver la competencia desleal.

-¿Los pisos turísticos influyen?

-Nos preocupa mucho porque tres de cada cuatro son ilegales, y los que son legales, no tienen las mismas obligaciones que nosotros. Yo pago a la SGAE, pago personal de limpieza y tengo que informar cada noche a la policía sobre mis huéspedes. ¿Y de qué sirve si en un piso se puede meter cualquiera? Es una cuestión de seguridad, por no hablar de otras muchas cosas.

-¿Qué opina de la tasa turística?

-Habría que hablarlo, saber para qué es y en qué se emplearía el dinero. Pero si ya las pernoctaciones son escasas, si por encima se les cobra... Yo personalmente no lo veo.

-¿Se muere el casco antiguo?

-Si no se hace nada, sí. Las tiendas cierran, las casas no tienen garaje ni ascensor, no hay supermercados y no hay wifi. ¿Cómo se puede estar en el 2019 sin wifi?

-Pero usted, de tirar la toalla, nada.

-No. Me gusta mucho esto y creo en la asociación. Ahora somos unos seiscientos socios que luchamos por un mismo fin y tenemos una relación fluida con el Concello y la Xunta. Lograremos más o menos, pero lo importante es que nos escuchen.

La familia ante todo, pero mejor si se trabaja en familia

Sara Santos se toma sus momentos. Por ejemplo, en Reyes preparó la casa para recibir con ilusión no solo a su nieto, un precioso niño de tres años, sino también a sus tres hijos y a uno de los chicos que tuvo de acogida en casa cuando era pequeño. Y triunfó, lo mismo que cuando hace poco preparó una fiesta para sus amigas. Viaja siempre que puede; de hecho, hace poco estuvo en Nueva York con su hija. «Ya había ido hace muchos años y lo noté muy cambiado». Otras veces va a Alemania y en verano suele pasar temporadas en Sanxenxo para estar con la familia. Reconoce que con el personal de confianza que tiene y con su hijo pequeño en el negocio, se puede tomar un respiro, pero también admite que le gusta estar al pie del cañón. ¡Quién se lo diría cuando dejó Lugo y se fue a Santiago a estudiar una carrera! Esas cosas del destino.