El mundo teme ser víctima del fuego cruzado entre EE.UU. y China. La UE remarca sus prioridades: abaratar la factura energética y mantener a flote su industria
22 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cambio climático, desglobalización y más desigualdad. El mundo ha puesto rumbo en la dirección contraria a la esperada a principios de siglo, cuando el liberalismo económico, los protocolos verdes (tantas veces incumplidos) y la promesa de una clase media global hacían soñar con la prosperidad infinita.
Como telón de fondo de la crisis en la que se ha sumergido el planeta, un choque de gigantes: el de Estados Unidos y China. La pugna entre las dos potencias más grandes del planeta amenaza con cobrarse víctimas y dejar en herencia la «Gran Factura» de la que alertó esta semana el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Durante su intervención en el Foro Económico Mundial (Foro de Davos), el portugués volvió a poner sobre la mesa el coste de la factura que podría acarrear su enfrentamiento: 1,4 billones de euros. «Nos arriesgamos a una desconexión de las dos mayores economías del mundo, una grieta de dimensiones tectónicas que podría crear dos normativas comerciales, dos divisas dominantes, dos redes de internet y dos estrategias de inteligencia artificial en conflicto», advirtió.
En medio del fuego cruzado se encuentra la Unión Europea (UE). Apenas puede hacer frente al dopaje de las empresas chinas y ahora la Inflation Reduction Act (IRA) —iniciativa estadounidense con la que se regará de subvenciones a los fabricantes norteamericanos en la transición ecológica— amenaza la competitividad de las empresas europeas, que temen una fuga de inversiones, como dejaron patente esta semana en Davos.
Una de las voces que pidieron reaccionar a las autoridades de la UE fue el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, quien recordó que se «tiene que garantizar la seguridad del suministro [energético], la accesibilidad y precios competitivos y la descarbonización», pero en Europa «nos olvidamos de los dos primeros puntos».
No habrá industria made in EU sin precios energéticos asequibles: «Estamos hablando mucho de la IRA, pero el desafío competitivo para nuestra industria viene antes de todo por la desventaja en precios energéticos», apuntó con acierto desde Davos el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, descartando el despliegue de otro fondo de recuperación. El actual solo alcanzaría en su totalidad a cubrir las necesidades de inversión que tiene la UE para cumplir los objetivos de su hoja de ruta para el hidrógeno verde (2050).
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, no quiso desaprovechar la cita para endurecer el tono hacia China, pero más allá de la retórica, está por ver cómo planea reformar las actuales reglas de Estado. El marco ha quedado caduco, por el contexto la competencia externa y las incoherencias internas, las mismas que han retrasado durante meses la intervención de emergencia el mercado eléctrico mientras la economía alemana anunciaba ayudas multimillonarias para su industria. Una parsimonia que contrasta con la imagen de una Alemania «flexible, poco burocrática y ágil» que ha intentado vender su canciller, Olaf Scholz, en Davos.