Greg Becker, primer ejecutivo del Silicon Valley Bank, otro líder financiero bajo sospecha
19 mar 2023 . Actualizado a las 08:39 h.Tengo el mejor puesto dentro del sector de la banca. ¡El más guay!». «Hasta hace unos días», añadiría cualquiera a esa afirmación. Porque lo que es ahora... Y es que la frase no es de otro que de Greg Becker, el hasta hace bien poco primer ejecutivo de Silicon Valley Bank (SVB), el banco, el decimosexto de Estados Unidos, cuyo colapso ha dado alas al fantasma de otra crisis financiera 15 años después de la caída en desgracia de Lehman Brothers, y provocado, con ello, que los ecos del 2008 retumben en los oídos del mundo.
Obviando los acontecimientos recientes —que es mucho obviar, todo hay que decirlo—, no había de extrañarnos tanta jovialidad. Que para algo era Becker un tipo de lo más popular entre los emprendedores de Silicon Valley —la entidad estaba especializada en financiar a startup tecnológicas—. Y muy admirado también en los círculos de Wall Street tras haber conseguido convertir un pequeño banco regional con 40 años de historia en uno de los 20 mayores del país. Y todo, en poco más de una década. Doce años llevaba el dicharachero Greg al frente del SVB, donde había desarrollado casi toda su carrera profesional.
Allí empezó a trabajar en 1993, después de haber estudiado Empresariales en la Universidad de Indiana —estado en el que nació hace 55 años— y tras haber iniciado su vida laboral en un banco de Detroit, a cuya filial de la soleada California fue trasladado el ejecutivo antes de dar el salto al SVB, donde recaló en el área de operaciones. Tras años de esfuerzo y despliegue de encanto personal, consiguió Becker llegar a lo más alto de la entidad en el 2011, cuando al cargo de presidente sumó las responsabilidades de primer ejecutivo del SVB. Lo que viene siendo un CEO en el, demasiado a menudo esnob lenguaje financiero a este lado del Atlántico, empeñado ese mundillo en trasladar a estos lares nomenclaturas propias de aquellos.
La web corporativa del SVB describía a su presidente como el «campeón de la innovación económica». Y eso porque, en un momento en el que la banca tradicional huía del riesgo como gato escaldado por las frías aguas de la crisis financiera del 2008, Becker se lanzó a la piscina y decidió apostar por las empresas emergentes que llamaban a su puerta en busca de financiación. «Las compañías más alucinantes del mundo», en sus propias palabras. Y la verdad es que esa estrategia le funcionó durante años. Hasta que le fallaron las cuentas de la lechera que había hecho engordando la cartera del banco con bonos del Tesoro, con la esperanza de un pronto regreso a la era del dinero casi gratis, y todo se fue al traste.
Tan solo 24 horas antes de que las autoridades interviniesen hace ahora algo más de una semana el SVB, Becker estaba llamando a sus clientes para asegurarles que podían estar tranquilos. Que su dinero estaba a salvo en ese banco tan molón y tan moderno. Lo que no les contó es que ya había vendido acciones de la entidad por valor de 2,27 millones de dólares (unos 2,11 millones de euros). Lo hizo el 27 de febrero, tan solo 11 días antes de que se descubriera el pastel. Y ya lo había hecho también a finales de enero, entonces por valor de 1,1 millones de dólares. No fue el único. Lo propio hicieron otros directivos del banco. Los engañó. Y eso que, según contaba, para él eran más que clientes, casi amigos. Otro tanto decían algunos de ellos de él. Lo consideraban más un empresario tecnológico con el que se entendían, que un banquero. A buen seguro que ya han cambiado de opinión.
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