La industria de la moda es el segundo consumidor global de agua, solo por detrás de la agricultura, por lo que debe adoptar medidas que reduzcan su huella ambiental
19 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.A la industria textil no le queda más remedio que tomarse muy en serio reducir su huella ambiental a corto y medio plazo. Su impacto en el medio es severo. Son el segundo consumidor global de agua, solo por detrás de la agricultura, y generan el 20 % de las aguas residuales y el 10 % de las emisiones de carbono, más que la aviación y el transporte marítimo juntos. Además, en cada lavado de la ropa en los hogares se liberan microplásticos que acaban en los mares y océanos. Un estudio de la empresa española Crédito y Caución cuantifica en 500.000 las toneladas de estos minúsculos fragmentos de plástico, lo que equivale a 50.000 millones de botellas.
Adoptar prácticas de reciclaje y sostenibilidad será una tarea ingente para el sector textil. No solo es la Unión Europea la que ya está estudiando el ciclo de vida de la ropa y coordinando acciones para cambiar la forma en la que se producen y consumen estos productos. Otras regiones menos concienciadas también siguen ese mismo sendero. En Estados Unidos, por ejemplo, California ha impulsado una legislación que protege a los trabajadores del sector y China ha fijado como objetivo aumentar el reciclaje de residuos textiles hasta el 30 % en el 2030.
La tendencia global del sector en los mercados pasa por estudiar prácticas circulares como el reciclaje, la reutilización, la selección de tejidos y pigmentos ecológicos y la optimización de la tecnología para mejorar las cadenas de suministro y reducir el consumo de agua. Mecanismos de nueva generación como la impresión en 3D, la realidad virtual y la inteligencia artificial serán clave para lograr el objetivo de reducir la generación de residuos y mejorar la experiencia de compra y uso de los clientes.
Italia, Japón y China concentran el apetito local de los productores por explotar las oportunidades que se abren con la transición hacia la sostenibilidad de la industria de la moda para mejorar la eficiencia empresarial en términos de costes al tiempo que ese respeto ambiental se puede convertir en imagen de marca que amplíe y fidelice la base de clientes, así como entrar en nuevos mercados o acceder a estímulos fiscales.
No todo será un camino de rosas en el camino del textil hacia su necesaria transición ecológica. Hay desafíos muy importantes en ese viaje y el primero tendrá que ver con los altos costes que tendrán los procedimientos de innovación que harán posible la reducción de su huella ambiental. Es posible que las empresas con poco capital o reducidos márgenes de beneficios no sean capaces de destinar más recursos a I+D para mejorar su sostenibilidad en un contexto, además, ya de por sí desafiante por la ralentización de la economía mundial.
Los otros retos principales para el sector serán reducir la cantidad de ropa que acaba en los vertederos con más reciclaje, lo que obligará a utilizar nuevos materiales más fáciles de reutilizar. También asegurar la trazabilidad de las cadenas de suministro para garantizar la ESG —Environmental, Social and Governance por sus siglas en inglés— en todos sus eslabones.