Con esta etiqueta, la ONU ha conmemorado el día Internacional de la Mujer pretendiendo así visualizar la importancia de aplicar la perspectiva de género en la economía. Demasiadas mujeres en el mundo se quedan al margen de las oportunidades económicas
En el 2020, la crisis provocada por la pandemia del coronavirus destruyó un 4,2 % del empleo femenino del mundo y un 3 % del masculino. Sin haber recuperado los niveles prepandemia, el incremento de presiones proteccionistas en el comercio internacional, la reconfiguración de la cadena de valor, la inflación y las tensiones geopolíticas amenazan con revertir los avances logrados en materia de igualdad. Aplicar medidas macroeconómicas con perspectiva de género ayudaría a aumentar el PIB de cualquier país, partiendo de dos premisas fundamentales: lo que beneficia a las mujeres, beneficia a toda la sociedad e invertir en mujeres tiene un efecto multiplicador en la economía.
Invertir en capital humano para favorecer un acceso igualitario a alimentos, salud y cuidado y educación son especialmente importantes en economías emergentes y en desarrollo. Transferencias de efectivo a las madres para que puedan cubrir las necesidades básicas de las familias se han demostrado vitales en dichos países. Incentivar que las niñas continúen sus estudios más allá de la etapa obligatoria y promover la incorporación a las carreras CTIM sigue siendo fundamental a nivel global.
Invertir en políticas de conciliación para promover el trabajo de las mujeres fuera del hogar son indispensables; siendo el acceso universal y asequible a escuelas infantiles de 0-3 años junto con el reparto de las responsabilidades familiares y de los cuidados, las medidas principales. Unas decisiones que deberían también venir acompañadas de otras medidas como favorecer un transporte colectivo seguro a los lugares de trabajo e implementar protocolos y paradas antiacoso; unas medidas de bajo coste, pero con un alto retorno para la mujeres.
Facilitar que las emprendedoras puedan poner en marcha su propia empresa a través de micropréstamos y acceso a servicios financieros exclusivos contribuirían a la reducción de la desigualdad, en una sociedad en la que el desequilibrio entre hombres y mujeres en el ámbito de la empresa sigue siendo un reto. En países en vías de desarrollo, el impulso del comercio internacional es vital, destacando además las recomendaciones del FMI, que ante las evidencias de que los sectores más intensivos en mano de obra femenina están sometidos a aranceles sobre insumos más altos (el arancel rosa), recomienda una reforma de dicha política .
Invertir en la eliminación del sesgo de género existente en países en los que mujeres y hombres no tienen la misma condición jurídica es otra de las recomendaciones, sesgo de género presente también en muchos aspectos de la sociedad, como la medicina y la salud.
Incrementar el apoyo económico a las organizaciones de mujeres o feministas por lo que representan para el empoderamiento y la resiliencia de otras mujeres, que en muchos casos ayudan a romper espirales de violencia de género o de extrema vulnerabilidad; sin olvidar que, en situaciones de emergencia humanitaria, las organizaciones feministas adquieren un papel indiscutible de apoyo en todos los lugares del planeta.
Partiendo de que todos conocemos la diferencia entre inversión y gasto, otra economía es posible si se diseña invirtiendo en las mujeres.