Inversión multinacional en la industria alimentaria

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe CATEDRÁTICO EMÉRITO DE ECONOMÍA APLICADA DE LA UDC

MERCADOS

María Pedreda

Como actividad básica y estratégica, la industria agroalimentaria está muy internacionalizada, abierta a todos los mercados, por la evidencia de que es imprescindible para sobrevivir. El autor analiza cómo se desarrollan las operaciones comerciales en el mundo.

09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las actividades agroalimentarias son a la vez básicas y estratégicas en el funcionamiento de una sociedad. Son básicas porque son necesarias e imprescindibles para vivir, pues garantizan la ingesta necesaria de cara a mantener nuestro organismo vivo y resiliente. Y son estratégicas porque la población mundial no puede caer en la malnutrición, so pena de extinguirse si no tiene recursos para sobrevivir. Por tanto, es un sector económico muy atractivo para las empresas y las multinacionales que ven, en las mencionadas actividades, un activo muy interesante y una elevada probabilidad de ejercer una influencia significativa tanto en el presente como en un futuro inmediato.

Las industrias alimentarias son el perfecto ejemplo de una actividad internacionalizada donde la inversión directa extranjera (IDE) es muy notable. Es decir, se desenvuelve en un contexto de mercados abiertos, de productos estandarizados y con dinámicas muy asimiladas y homologadas internacionalmente. Entre 2003-2022 el sector agroalimentario representó el 5 % de los flujos de IDE en el mundo y la inversión en dicho período se ha multiplicado por 1,5 veces. Asimismo, es una actividad muy sensible a las crisis, en la medida que, tanto en el 2008 como en la pandemia, el número de proyectos de inversión extranjeros como el volumen total de inversiones se han reducido. No obstante, en el período pospandemia, la inversión media de las inversiones agro-alimentarias en el extranjero muestra un crecimiento fulgurante, hasta el punto que se han duplicado.

Efectuando el análisis siguiendo el destino geográfico tendríamos que el número de proyectos se localiza en las áreas del Asia-Pacífico y en Europa occidental, pues cada una de ellas atrae el 25 % del total mundial; seguido de la Europa del Este (17 %) y de América del Norte (12 %). En cambio, si el estudio lo analizáramos en función del capex (en términos de capital), el top de atractividad lo encabezaría el área del Asia-Pacífico (24 % del total), seguido de Europa del Este (19 %) y América Latina (16 %), que se posicionan por delante de Europa occidental (13 %) y América del Norte (13 %). Ello quiere decir, que las zonas en desarrollo atraen proyectos de fuerte valor añadido, ya que África con una media de 109 millones de euros por proyecto, se sitúa a la cabeza del ránking; seguido de Medio Oriente (con 94 millones de euros) y América Latina (con 74 millones de euros por proyecto).

Sin embargo, escudriñando los países con mayor atractividad, en cuanto a los proyectos de inversión extranjera directa en el sector alimentario, situamos a Estados Unidos a la cabeza, seguida de China, Reino Unido, Rusia y Alemania. España, por su parte, se coloca en octava posición del ránking mundial en lo que respecta a proyectos; y en décima posición en cuanto a inversión.

La cara de este análisis es quién efectúa la inversión extranjera. En este caso, hay que destacar que el número de proyectos en el sector agro-alimentario se ha multiplicado por 1,5 veces entre el 2003-2022 y el montante de las inversiones por 2,5 veces. Europa del oeste es el primer inversor del mundo, agrupando al 50 % de los proyectos y el 41 % de las inversiones, dejando a América del Norte en segundo lugar, aunque el proyecto medio de esta área geográfica es más elevado en lo que atañe a la inversión llevada a cabo. Desagregando por países, le corresponde a Estados Unidos encabezar el ránking seguido de Alemania, Suiza, Reino Unido, Japón, Países Bajos y Francia. España ocupa el siguiente lugar en el ránking de proyectos y se sitúa un poco más abajo en lo que respecta al capital invertido.

Destaca el hecho de que el Top 8 de los países que más invierten en el sector alimentario dirigen sus proyectos a Europa occidental y Asia-Pacífico; que tres cuartas partes del Top 8 de los países que más invierten son europeos y que efectúan sus inversiones en un 40 % en el área europea; aunque mantienen unas especificidades bien definidas y concretas. A saber: Japón invierte masivamente en Asia-Pacífico (excluida China) en detrimento de Europa; Alemania prioriza en Europa del Este; España invierte mucho en América Latina (México, Argentina, Chile) frente a la zona asiática-pacífica; y que Estados Unidos localiza sus inversiones en América Latina (México y Brasil) siendo el primer destinatario europeo el Reino Unido.

Pasando a distinguir las inversiones atendiendo a los sectores productivos las conclusiones son, asimismo, muy concretas. El subsector con mayor atractivo para el capital multinacional son los cereales y las oleaginosas; seguidas de las frutas y legumbres y los productos lácteos. Llama la atención que las actividades con menor nivel de flujos de capital internacional son los productos del mar y el sector de los vinos.

Comparando la serie de las inversiones directas extranjeras a lo largo del período 2003-2022, tendríamos que el subsector de los cereales y oleaginosas registran una fuerte volatilidad; esto es, fuertes subidas (2015-2018) y fuertes descensos (2018-2022); las frutas y legumbres son, asimismo, muy sensibles (ligero crecimiento entre 2028-2019, después de un descenso prolongado); en tanto que los otros subsectores alimentarios son más estables, dentro de las oscilaciones derivadas de los efectos de los ciclos económicos, de los cambios climáticos y de las modificaciones provenientes de los hábitos alimentarios.

Los estudios recientes recrean las diferentes tendencias geográficas atendiendo a la distribución de los subsectores alimentarios. Es evidente que el área de Asia-Pacífico es el primer destinatario de la mayor parte de los subsectores, seguida de Europa occidental. Pero dentro de las particularidades más evidentes tendríamos que el área Asia-Pacífico (y más particularmente China y Hong-Kong) atraen las inversiones de vino; Europa del oeste (Alemania, Reino Unido y Francia) encabezan las inversiones de frutas y legumbres; y Francia sobresale por atraer inversiones en empresas dedicadas a los productos del mar. En lo que atañe a las actividades relacionadas con la producción animal destaca por su atractividad de inversiones tanto Rusia como Rumanía; América del Norte seduce a las inversiones destinadas a los productos vinculados a la panadería; y África atrae inversiones de productos de especies (té, café e infusiones).

En suma, analizar la inversión directa extranjera en lo que respecta a la industria alimentaria pone de relieve dos cuestiones relevantes. La primera es que los motivos de dichas dinámicas quedan explicados por la necesidad de ampliar el potencial del mercado; de incrementar las inversiones bajo los criterios de proximidad y de garantía de accesibilidad, aprovisionamiento y costes de las materias primas; y ante los aumentos de la demanda derivados de las nuevas tendencias y hábitos. La segunda razón que se esgrime, está relacionada con lo que se denomina imagen de marca o estrategia marca-país, con lo que se enfatiza la procedencia, la confiabilidad territorial y la reputación de marca de empresa.

Quedan, pues, claros los destinos y las especialidades. Mientras unos se decantan por los cereales y oleaginosas o por los productos lácteos, otros marcan sus aspiraciones en ampliar su presencia en las actividades de productos pesqueros y vinos. España destaca por su penetración en los mercados latinoamericanos y en la Europa occidental. En tanto que Galicia sobresale en el sector de productos del mar. Quedan, pues, por saber cuáles serán las nuevas apuestas del presente y futuro.