Mil yenes igual a mil pesetas

E. V. Pita TOKIO

MERCADOS

E. V. Pita

La equivalencia con la antigua divisa española ayuda al turista a entender los precios en Tokio

18 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

 Vivimos en una época en la que tarjetas monedero internacionales de neobancos como Revolut, Wise o N26 se encargan de hacer por nosotros la conversión y pagar automáticamente en la divisa elegida. Pero aun así, los turistas sacan su vena de avispado economista callejero cuando regatean sin piedad en los bazares orientales o cuando intuyen que les están timando por un café en París. Los viajeros de tren con el bono Interrail visitan tantos países en un mes que pronto descubren el truco para saber si están en un país rico o pobre: entran en un McDonald's y miran el precio del menú Big Mac. Vale el doble en Francia que en países del Este. Hace tiempo que esta fórmula tiene un nombre académico: el índice Big Mac, para calcular el nivel de vida de cada país. Suiza, el más alto.

Ahora la equivalencia entre el yen y la antigua peseta ayuda a los turistas españoles mayores de 40 años que visitan Japón a entender el precio real de las cosas en un país que estuvo dos décadas estancado. Muchos han tenido noticias de que el yen lleva tiempo devaluado y que la comida sale muy barata. Pero ¿cómo hacer un veloz cálculo mental para convertir un precio a euros sin recurrir a Siri o ChatGPT? La solución: valerse de la equivalencia del yen con la antigua peseta, ambas casi a la par en el país del Sol Naciente.

Por cada euro te dan 161 yenes y por cada mil yenes, seis euros. Y esta equivalencia le suena familiar a quienes vivieron en un mundo, a finales del siglo XX, donde no existía el euro y en el que un café o un billete de metro costaba cien pesetas (60 céntimos de euro) y un menú menos de mil pesetas (6 euros). Todos recuerdan que un euro se cambiaba por 166 pesetas, cifra muy próxima al yen. Esta equivalencia de la desaparecida divisa española es muy útil para moverse y hacer compras en Japón, un país donde todo funciona al revés para un occidental: los buses y tranvías se pagan al apearse, los peatones deben caminar dejando libre la mitad de la acera para los viandantes que vienen en sentido contrario, apenas hay papeleras por la calle y comer comida take away o incluso beber mientras se camina es una falta de educación muy grave. Incluso en un país tan automatizado los comerciantes prefieren los pagos en billetes (el only cash de toda la vida) que con tarjeta de crédito.

Con este truco de la peseta, los turistas españoles mayores de 40 años pueden impresionar a su cuñado haciendo veloces cálculos mentales para traducir el precio en yenes de las nuevas Pockets (unas sofisticadas minicámaras de bolsillo unidas a un palo de selfi que no han llegado aún a España). Si en una expendedora callejera de Japón el forastero lee que una botella de 600 centilitros de té verde o matcha cuesta 160 yenes basta con traducir la divisa japonesa a su valor en pesetas: 160 pesetas. Casi un euro. Lo mismo para los botellines de café Starbucks, de precio similar. En otras palabras, una ganga.

Si en un supermercado de Kyoto, a un turista ibérico le cargan 872 euros por una sopa ramen, una ensalada con soja, una rodaja de pollo frito picante, un té matcha y un mochi de postre, solo tiene que convertir el precio a la antigua divisa de España: 872 pesetas. Sin esa ayuda, el cliente tendría la vaga idea de que la compra le costó entre cinco o seis euros y no andaría desencaminado: 5,39. Muy barato. Intente ir a un supermercado de España y comprar comida con cinco euros.

Pero no todo son gangas. Las camisetas que muestran diseños con logos o caracteres kanji con el nombre de Tokyo o de Samurai cuestan en los grandes almacenes Don Quijote de Shibuya, en Tokio, en torno a 3.000 yenes, lo mismo que una sudadera en Uniqlo y su filial Gu, las competidoras de Zara. Haciendo un cálculo instantáneo, ese precio equivale a 3.000 pesetas, en su día una pequeña fortuna y hoy 18 euros. Por cierto, el menú Big Mac cuesta 807 yenes en Tokio.