El dilema: equidad y eficiencia en el transporte
MERCADOS
En economía suele existir la creencia de que una inversión en infraestructuras de transporte conlleva un crecimiento económico. De hecho, este es un argumento recurrente que se suele utilizar como solución a algunos de los problemas de falta de desarrollo de una determinada zona en concreto, como si la construcción de una carretera fuese la varita mágica para revertir la tendencia demográfica o la escasez de actividades productivas o de transformación.
Desde finales de los años 80 del siglo pasado, pero muy especialmente desde mediados de los años 90 de ese mismo período, la brecha que había con los principales países de Europa en inversión en infraestructuras de transporte se ha ido acortando, siendo España actualmente uno de los Estados con más dotación en infraestructuras, llegando incluso a ser de los países en el mundo con más kilómetros de vías de alta velocidad ferroviaria.
Es decir, se han concentrado los recursos económicos en alta capacidad obviando lo que se conoce como redes de segundo nivel que provocan la capilaridad e integración que muchos territorios necesitan para su óptimo desarrollo. Y no es menos cierto, tal y como está aceptado cuando se diseñan políticas de transporte en un territorio, que todos los modos de transporte desempeñan un papel fundamental a la hora de facilitar la cohesión territorial y social.
La alta inversión en infraestructuras de estas últimas décadas ha producido escasos avances en productividad, escasez que además condiciona la convergencia real de España con Europa en términos de PIB per cápita, según los datos presentados en el encuentro celebrado entre el Consejo General de Economistas de España y la Fundación de Estudios de Economía aplicada. Además, la apuesta por la movilidad de las personas en detrimento de las mercancías ha provocado una evidente pérdida de competitividad en este transporte internacional.
Análisis
Es hora de profundizar en el análisis coste-beneficio, evitar demagogias y apelar a la colaboración público- privada real. No cualquier inversión se traduce en aumento de productividad, y si queremos que cualquier inversión conlleve crecimiento económico tendremos que tener en cuenta el resto de factores productivos como la dotación de capital humano y tecnológico, la calidad del gobierno y de las instituciones, la estructura productiva, el tipo de infraestructura a acometer y el dinamismo económico de la zona.
Potente instrumento
Llegados a este punto no hay que olvidar, en Galicia lo sabemos bien, que la inversión en transporte es un potente instrumento para fomentar la cohesión social y vertebración territorial que colisiona en muchas ocasiones con los criterios de eficiencia económica o de rentabilidad, por lo que encontrar ese punto de equilibrio no es una tarea fácil, pero sería menos difícil si se incentivara la colaboración público privada por parte de la administración reconociendo la realidad económica de las empresas.
Según el Ministerio de Hacienda y Función Pública, de las licitaciones ofertadas durante el ejercicio del 2022, el 50 % de ellas solo tenía un licitador o ninguno y uno de cada tres contratos licitados no llegó a adjudicarse, ya sea por quedar desierto, o por renuncia o desistimiento del órgano de contratación. Lo que pone en evidencia el escenario en el que se producen estos movimientos.