En 1990, el Renault Clio encaraba la difícil misión de sustituir al popular Renault 5. El nuevo modelo cambiaba entonces el concepto de los coches para el día a día. Con su última versión, que hemos probado, vuelve a conquistar el mercado de los utilitarios.
12 nov 2017 . Actualizado a las 08:37 h.Hace ya unos años, el popular (y polémico) periodista de motor de la BBC Jeremy Clarkson aseguraba en su columna de opinión de The Sunday Times que si la gente solo usase el sentido común a la hora de comprar un coche, «todos conduciríamos un Volkswagen Golf». Bueno, desde entonces han cambiado muchas cosas. Para empezar, Clarkson fue expulsado de la cadena británica por agredir a un compañero y ahora, aparte de sus bolos en la prensa, se gana las lentejas en un programa de Amazon, donde sigue con sus teimas. El Golf, desde luego, continúa siendo un cochazo; pero desde que el ex de Top Gear le lanzase semejante piropo, la competencia también ha pisado el acelerador. Las alianzas entre marcas, la incorporación de tecnología punta antes reservada a lujosas berlinas y las emergentes motorizaciones eléctricas e híbridas han puesto el escaparate patas arriba. Y del otro lado de este también hay mucho movimiento. De hecho, nos asomamos a un mercado digno de estudio sociológico: el segmento que más crece, por obra y gracia de los gurús del márketing, es el de los SUV (Sport Utility Vehículos, o coches con vocación deportiva) de cuatro metros. Es decir, modelos con plataforma de utilitario a los que se les pone un abrigo con relleno para darle un aspecto más poderoso. En realidad, esa estética que a unos les gustará más que a otros es lo único que aportan estos matoncillos de asfalto, pues consumen más, son menos estables que sus equivalentes en versión turismo, a veces resultan incluso menos espaciosos; y, bueno, no se te ocurra meterlo por un camino donde las piedras sean mayores que unos guijarros. Pero el necesario sentido común (comprar un automóvil en el que la relación calidad-precio-prestaciones sea equilibrada) al que aludía Clarkson aún no se ha perdido del todo: los tres coches más vendidos en España (sin contar con el mercado de segunda mano, flotas y km 0, que se lleva tres de cada cuatro ventas) en lo que va de año son compactos (Seat León, Seat Ibiza y Opel Corsa). Luego está el SUV Nissan Qashqai, que ha perdido algo de terreno ante la avalancha de todocaminos de las otras marcas; y, pisándole los talones, el Renault Clio.
A bordo del DCI 90
Hace unos días, la marca francesa anunció que en 2019 pondrá a la venta el Clio autónomo y enchufable, pero volviendo a la tierra que estamos pisando ahora, el utilitario de Renault se nos muestra, tras los cambios sufridos a finales del pasado año, como un coche muy interesante para el día a día, seguramente más completo ?teniendo en cuenta la gran evolución de la industria? que aquel Golf que conducía Clarkson hace unos pocos años: otra cosa es el de ahora, que por dentro parece una nave espacial (también el precio de algunas versiones anda por las galaxias). Nosotros hemos probado durante una semana la versión diésel del Renault Clio, con 90 caballos, en su acabado más básico, y nos preguntamos: ¿Cómo será la de 110 con el paquete más completo? Porque el modelo que puso a nuestra disposición el concesionario Caeiro, de A Coruña, nos sorprendió gratamente en casi todo: es un utilitario, sí: pero lo bastante grande para viajar cómodo en carretera y mostrarse ágil en ciudad. Tiene una línea preciosa, marcada por los faros en forma de lágrima típicos de los nuevos Renault; y un aire deportivo al que contribuyen el resto de su frontal, sus puertas traseras semiocultas en la carrocería y otros detalles externos con el mismo objetivo, como las llantas de aleación o las bandas inferiores de las puertas. En su interior, sin llegar a dar la sensación de que sus acabados son de lujo, que tampoco es el objetivo ni la necesidad de este modelo, la sobriedad combinada con la elegancia y el espectacular diseño de su salpicadero, en el que destaca su zona central, con una pantalla multimedia de siete pulgadas muy bien integrada ?hay coches en el que este accesorio semeja un pegote? desde la que se controla la música, el teléfono, el navegador y los consumos, entre otras funciones.. La única pega que le hemos visto es el mando junto al volante para manejar algunas funciones multimedia: casi resulta más sencillo llevar el dedo a la pantalla táctil. Lo mismo nos sucedió cuando probábamos en Dacia Lodgy, el primo rumano de Renault; y, claro, hay comparaciones que son odiosas.
Si miramos hacia atrás nos encontramos con un espacio generoso para un coche de estas características, en el que pueden viajar sin problemas dos adultos y un niño. Ya en marcha, el coche cumple sobradamente con lo que se requiere a un automóvil de este segmento. El motor Dci de 90 caballos, además de conseguir un consumo real muy contenido (sobre unos 5 a los cien en recorrido mixto), mueve el coche con agilidad y su caja de cambios de cinco velocidades lo apoya perfectamente. Hemos podido rodar con él en seco y en mojado, por pequeñas carreteras y por autopista; y desde luego, le hicimos un test por ciudad, su medio natural. Es una apuesta con sentido común.
La evolución
No era sencillo para el Renault Clio, allá por 1990, convertirse en el heredero de un Renault 5 que llevaba casi veinte años en los puestos más altos de las ventas. En un mercado en el que la competencia en el segmento de los utilitarios era grande, con modelos como el Ford Fiesta, el Citroën AX, el Seat Ibiza, el Peugeot 205 o el Volkswagen Polo, el pequeño coche francés destacó pronto por su personalidad y se convirtió en el objeto de deseo de los más jóvenes. Cuatro generaciones más tarde, el Renault Clio se parece muy poco a su antepasado, aunque la filosofía sigue siendo la misma: un coche con buenas prestaciones, a un precio asequible y que marca diferencias estéticas.