La moto como opción B

MOTOR ON

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19 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevamos unos años observando cómo el sector de las dos ruedas se fortalece. Sin ir más lejos, el año pasado se matricularon en España 165.113 motocicletas, un 6,2 % más que en el 2020, y este crecimiento todavía se está acelerando más en lo que llevamos de año, con 71.926 unidades matriculadas hasta el 30 de mayo, un 13,5 % más que en el mismo período del año pasado.

El sector es optimista y tenemos que pensar que el entorno económico puede ser propicio. Estamos hablando de vehículos nuevos que pueden partir de 3.000 euros de precio medio, en el caso de escúteres de 125 cc, como acceso al mundo de las dos ruedas. Además, las marcas ya ofrecen financiaciones igual que las de coches, con cuotas que pueden comenzar en 90 euros al mes.

En los tiempos que corren, con una inflación galopante, cuando los sueldos no llegan para acabar el mes, la única opción de transporte individual económica y razonable sigue siendo una moto (dejándonos de aventuras en patinete o bicis eléctricas, cuyos precios son cada día más parecidos a los de un escúter).

La moto, además, gana por goleada en consumos al coche, ahora que llenar un depósito ya cuesta más de cien euros. A eso hay que añadir impuestos y seguros, también mucho más económicos.

En esta situación, cada día más, muchos vuelven sus ojos a la moto como solución. No se trata, como antes, de que los que compren moto sean moteros convencidos, aficionados irredentos o jóvenes que sueñan con la cazadora de cuero y la Harley. En este caso son personas que racionalizan mucho sus compras, con sueldos mileuristas, a los que la subida de precios de los coches nuevos y usados les hace cada vez más difícil acceder a un vehículo de cuatro ruedas.

Antes se hablaba mucho del segundo coche de la casa; ahora, en muchos casos, la moto se cuenta como segundo vehículo del hogar. No ocupa plaza de garaje, consume menos, es más ágil y además acaba atrapando a los que llegan a ella por obligación y que acaban sintiendo devoción.

No hay duda de que, además de vehículo útil, la moto se compra por otros motivos. Los moteros de corazón siguen existiendo y son los que aspiran a una de esas preciosas motos adventure o trail que relucen en los escaparates de los concesionarios. Ahora son las motos de moda. Aquí también cambian los gustos, y los hijos de los que viajaban a velocidades de vértigo hace veinte o treinta años a lomos de aquellas superbikes que nos hacían emular a Valentino Rossi o Mick Doohan prefieren ahora esas motos altas como camellos y con ruedas de tacos, con las que lo mismo puedes circular por caminos o pistas forestales que llegar a la terraza del bar y tomarte una caña siendo la envidia de todos los vecinos y marcando estatus.

La prueba de que la moto es una opción de futuro, aún amenazada con la electrificación como en el caso de los coches, es la aparición de marcas emergentes, casi todas llegadas de Oriente y que pelean por repartirse un trocito de la cada vez más grande tarta del mercado europeo. Son marcas que han conseguido abaratar los precios, más aún, y hacer más asequible el universo moto, la solución para muchos españoles.