Inesperado adiós a José Manuel Otero, la alegría de Casa Isolina, el restaurante de los famosos en Taragoña
OBITUARIOS
El hostelero falleció a los 66 años
02 jul 2023 . Actualizado a las 19:03 h.«Los cocineros y restauradores son respetadísimos colaboradores de la felicidad humana. ¿Qué sería del mundo sin una buena parrillada o unas filloas rellenas, sin una buena empanada o un solomillo?». Son palabras del maestro, escritor y columnista Carlos García Bayón con las que comenzaba una entrevista a José Manuel Otero Otero en 1988, cuando el restaurante Casa Isolina ya era una referencia en los fogones de Galicia por cuyos platos se pirriaba el mismísimo Camilo José Cela, pero no le hicieron ascos muchos otros famosos que se sentaron a la mesa para disfrutar de los manjares de la ría de Arousa y de la singular simpatía de José Manuel, que entre plato y plato despachaba chistes y bromas a diestro y siniestro.
Inesperadamente, la alegría del establecimiento se diluyó en la mañana de este sábado, cuando José Manuel Otero no despertó del descanso que tantas veces fue reparador para paliar el cansancio de su capacidad de multiplicarse de tal forma que no dejaba de dar la bienvenida al cliente del local, cocinaba para él y a su gusto e incluso le servía, no sin antes sugerir las xoubas de Rianxo cuando estaban en su punto, los mariscos recogidos por los productores de la zona, los pimientos de Herbón «os auténticos» o unos simples pero exquisitos huevos fritos, con chorizos y patatas «todo da casa» o de proveedores de confianza, cuando no de su propia huerta o corral, y elaborados y servidos con aquella simpatía que solo cubría ligeramente su eterno bigote.
Porque José Manuel Otero parecía que había nacido con la sonrisa pegada a la cara y con la espontaneidad que desplegaba a las primeras de cambio, incluso cuando el cliente no era asiduo. Tenía la capacidad innata de saber hasta dónde podía llegar poniendo en marcha el radar de la intuición los profesionales hechos a sí mismos.
Y si la persona de José Manuel era grande en cuerpo y humanidad, lo que tenía en sus manos no le iba a la zaga. Él y su hermana Rosa fueron los artífices de que aquel establecimiento que fundaran sus ascendientes hace 145 años se convirtiera en una referencia gastronómica en Galicia. Fueron los bisabuelos quienes abrieron uno de aquellos negocios que abundaban antaño que tanto vendían productos de primera necesidad a la vecindad, como hospedaban al viajero y servían comidas.
El local fue pasando de generación en generación, y en ese transitar, cogió el nombre de Isolina, la abuela de José Manuel, cuando correspondió a ella asumir las riendas.
La responsabilidad de la cuarta generación recayó en José Manuel y Rosa, pero esta decidió desvincularse del servicio directo y dedicarse a la familia. Desde entonces, el gran José Manuel quedó al frente.
En la historia de esta referencia de la gastronomía de Barbanza y de Galicia y la simpatía y profesionalidad de su propietario quedan las recetas que José Manuel aseguraba que había aprendido de su madre; y esta de la suya, y así sucesivamente hasta los fundadores; y quedará también la suerte de famosos, y de otros que no lo son o no fueron tanto, que disfrutaron de sus platos, como el citado Cela, Amenábar, Manuel Fraga, Carlos Falcó, Norman Foster, Elena Ochoa, Xosé Manuel Beiras, Luz Casal, Siro López... y hasta la Selección Española de Fútbol, para la que cocinó en el mundial del año 2000, pero eso sí, con mucho producto gallego que él mismo se encargó de gestionar.
Casa Isolina queda huérfana sin José Manuel y a la espera de que se cumpla su sueño, de que haya una quinta generación que tome las riendas, a la que, no obstante, deja un listón muy alto.