La experiencia que otorga el memorable curso del regreso al fútbol profesional, que culmina con 59 puntos, todo un grado para un club con proyecto de futuro
02 jun 2024 . Actualizado a las 20:13 h.«Lo más importante es aprender. Saber dónde no hemos sido tan fuertes y dónde lo hemos sido. Que el club pueda sacar esas conclusiones para afrontar el futuro». Premonitorio, sin saberlo, se pronunciaba antes de la derrota el comandante de la fragata verde Cristóbal Parralo. Culmen a una travesía que, con 59 puntos, ha llevado al Racing Club Ferrol a buen puerto en el regreso del centenario club al fútbol profesional.
?¡NUNCA CAMIÑAMOS SÓS!?
— Racing Club Ferrol (@racingferrolsad) June 2, 2024
Presentes en todos os estadios de #LaLigaHypermotion nesta tempada. ¡Moitas Grazas!#OpaRacing ? #XuntosSomosMáisFortes pic.twitter.com/tyN4hrWZ7M
Una escuadra verde que, allá por finales de la década de los veinte del pasado siglo recibía de la hinchada de un Athletic Club en el que se forjaron piezas clave de la actual plantilla como Jon García o Nico Serrano el sobrenombre de Diablos verdes por su entrega en el campo. Una entrega que, parafraseando una vez más al preparador, «no se negocia» tampoco un siglo después y que queda ejemplificada en el hambre de un Ander Cantero que no dudó en subir a rematar el último saque de esquina de una temporada memorable y de la que extraer infinidad de conclusiones. A la heroica. Con pundonor. Esa que hace falta en el vestuario para encarar el prolongado viaje que entraña la categoría.
Y es que si algo ha dejado patente la campaña del Racing es que, más allá del componente mercantilista que pesa y mucho, la actitud de no bajar los brazos y saltar al verde sin complejos es fundamental para competir de tú a tú contra equipos de la talla del Espanyol, Elche o el Real Valladolid.
Contendientes con tintes de grandeza contra los que el Racing puntuó este curso. La campaña del retorno del equipo con más participaciones en Segunda sin haber tocado la Primera evidenció que la escuadra verde no ha perdido ese componente de diablo y también que si, tras más de cien años de historia, el club quiere alcanzar el Olimpo del deporte rey es necesario seguir dando pasos al frente.
Mejoras en el estadio —que se iniciaron tras el ascenso y deben continuar para hacer de A Malata la casa del fútbol que Ferrol merece —, inversiones en infraestructuras deportivas —encarnadas en la Ciudad Deportiva que se encuentra en gestación —, apuesta por la cantera —la ausencia de un filial del que tirar en caso de necesidad quedó patente esta campaña — y confección de una plantilla equilibrada —en consonancia con la idea de un Cristóbal cuya continuidad se despejará en los próximos días — y competitiva son algunos de los asuntos sobre los que, con el bagaje del curso que se cierra, poner el foco para abrir un nuevo capítulo a partir de agosto.
Centro lateral, cabeza alta
La marcha de Carlos Vicente, el calvario de Chuca en forma de problemas musculares, la intermitencia de Señé, el culmen del primer arreón sin cuarto central o la falta de centímetros en las demarcaciones de vanguardia no privaron al equipo, a la tripulación de la fragata verde, de cumplir el objetivo de salvar la categoría con margen y licencia para soñar. No impidieron que la idea, el fútbol camaleónico — por momentos de transición y juego directo y con compases de creación por los pasillos interiores —deleitasen a una marea verde que se hizo notar y mucho en A Malata y también a pie de calle y lejos del puente de As Pías.
Un reto para una plantilla que no perdió la esencia de la del ascenso desde Primera Federación y en la que muchos de sus integrantes demostraron que están listos para aportar a la causa también en la élite. Llámese Carlos Vicente, Jesús Bernal o Iker Losada —ambos codiciados por terceros — y también Jon García.
El central de las dos roturas de cruzado que, superado el umbral de los 30, no desaprovechó su oportunidad en Segunda dejando huella en las hinchadas y líneas de ataque de los rivales de la categoría.
Y es que, pese a la derrota que llegó en forma y una vez más de centro lateral y testarazo (un nuevo aviso de la importancia de los centímetros en la última línea), este equipo puede marcharse de vacaciones con la cabeza alta. Toca ahora a la dirección deportiva tomar las riendas y nota de lo vivido para demostrar el próximo curso que la experiencia es un grado. Y que este Racing sabe ya por partida doble. Por viejo y diablo.