REVISTAS DEL CARETÓN

La Voz

OPINIÓN

ROBERTO L. BLANCO VALDÉS CON GAFAS DE SOL

21 ago 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Mil y pico de pesetas: eso cuesta en librerías una edición sencilla del Código Penal. Si doña Ana Rosa Quintana hubiera tenido la prudencia de comprarse uno con los ahorros que ella misma dice haber acumulado, quizá habría estado más prudente en la entrevista que el último domingo publicaba El Semanal de este periódico. Por lo demás, la cosa no resultaría complicada: una vez adquirido el tocho susodicho, se busca la voz plagio, por la pe, en el índice analítico, y se localizan luego los artículos allí referenciados. Como éstos están ordenados por su número, dar con el 270 está chupado: tras el 269 se encuentra el que a la señora Quintana hubiera interesado. En lo esencial, tal precepto dice lo siguiente: que será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de terceros, plagie, en todo o en parte, una obra literaria, sin la autorización del titular de los derechos de propiedad intelectual correspondientes. La simple lectura de disposición tan sencillísima, donde se describe exactamente la fechoría cometida por la señora Quintana, en olímpico desprecio de la ley y de sus lectores, nos habría ahorrado sus quejas a cuento de lo mal que la han tratado por el plagio cometida por ella, y por su negro, con un novelucho que, pese a todo, le ha dado a ganar una pastaza. ¡Pero no! La señora Quintana se lamenta ¡pobrecilla! del coste emocional que la acusación de plagio le ha supuesto, se muestra escandalizada de que se llegase a decir que ella, ¡ella!, debería ir a la cárcel, y nos relata como ha aprovechado su experiencia para fortalecer su espíritu emprendedor frente a los próximos desafíos que le esperan. ¿Que qué desafíos? Pues poner en el mercado una revista con su nombre, con su imagen y su personalidad. Sí, sí, Ana Rosa; así podría llamarse, al parecer, el nuevo producto editorial que se nos anuncia para octubre. ¡Que ilusión! Por fin alguien con experiencia en el mundo del delito se decide a dar la cara y a compartir sus tretas con los ciudadanos que, cumplidores de la ley, no se han visto aún beneficiados con las posibilidades que nacen de un uso habilidoso del arte de timar. ¿Se imaginan? Un consultorio sentimental, y uno de recetas de cocina, y una sección de cuidados y belleza, e incluso unas páginas sobre política y cultura, todas ellas presididas por el principio que, seguro, dará sello al nuevo semanario: el de que todo vale para conseguir el objetivo perseguido: triunfar y sacar pasta. Sí, sin duda, con su idea generosa, doña Ana Rosa dará a luz una, hasta la fecha, inédita línea editorial: la de las que podríamos llamar, desde ya mismo, revistas del caretón. ¿No les parece?