EN ESTOS días de posguerra, los cristos y las vírgenes han salido, han paseado como un vecino más por las calles y plazas de España. La fe popular se convirtió, como cada año en espectáculo. Empalados de Cáceres, sudarios de bercianos en Aliste, estruendo de tambores en Calanda, el Cachorro y la Macarena cruzando en Sevilla por Triana, mi buen Jesús del Encuentro viveirense bendiciendo a los ausentes y a los presentes. España ha sido un vía crucis, y el fraile recordó las palabras de Cristo a las autoridades que presidían el cortejo: «Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen». Y la derecha patrimonializando todo, la piedad y la misericordia, la guerra y la paz, el silencio y el grito. Y lloraban los cofrades en Málaga y Sevilla porque el Cristo de la Consolación no pudo desfilar a causa de la lluvia.Pasión española, geografía de gólgotas y calvarios, golpes de pecho al son de las saetas, mentiras reiteradas como cada año en la semana que discurre previa al domingo de Resurrección. Y al tercer día salió Jesús de su tumba. Felices pascuas, y el Papa en su saludo al mundo y a la ciudad vuelve a decir que no a la guerra, mientras un político español con rango de secretario de Estado o algo así les pide a los niños de este país un lápiz y un cuaderno para los escolares iraquíes. A la redención por la caridad, libreta amiga para paliar los daños colaterales infringidos a la cultura. En Bagdad arden un millón de libros de la Biblioteca Nacional. Se reduce a cenizas la memoria de Persia y Babilonia, mientras es saqueado el museo que guarda el disco duro de un pasado tallado en alabastro. Semana de pasión, de pasiones, de las más altas y las más abyectas, de las más sublimes y de las más bajas de todas las pasiones. Y otra vez desde hace más de dos mil años, Jesús, el hijo del hombre, vuelve a ser asesinado clavado en una cruz. Y es como en el origen de los tiempos, el dios de los pobres es incapaz de utilizar las armas de destrucción masiva de la palabra para defenderse. Aparta de mí este cáliz, el cáliz de la miseria humana, y haz que yo diga y cante como Violeta Parra, te pida y te ruegue, que la guerra no me sea indiferente. Y por Murcia, acaso en Yecla, quizás en Hellín, pasa toda la Biblia por las calles, mientras la gente se baña y se tuesta al sol del Mediterráneo y se muere en un choque frontal por todas las carreteras radiales que salen de la Puerta del Sol. Pasión española que se emociona en Zamora o en Frigiliana, en Jerez de los Caballeros o en Viveiro. Es sólo una semana al año, y menos mal, una semana llena de buenos propósitos, liberad al cautivo y que la gente lo vea marcando el paso, cabizbajo en la procesión. Crucifícale, crucifícale, ayúdale Cirineo a llevar la cruz. Esa cruz a cuestas que mucho está pesando sobre los hombros de esta España empeñada en buscar la redención por caminos equivocados que nunca estuvieron escritos en el atlas universal de la pasión española. Como sigamos así, señor Aznar y compañía, los psicólogos y psiquiatras van a tener que sustituir sesiones de diván y medicamentos varios por una simple frase: acuda a una manifestación . Y se lo voy a demostrar con pruebas: la primera es que, a nivel mental, el asistir a una manifestación supone que como personas nos demos cuenta de que no somos imbéciles y que nuestro pensamiento individual coincide con el de la mayoría. La segunda es que, como maestro, la presencia cada vez mayor de niños (incluso bebés) con sus padres me hace pensar que el que se hable y debata en clase sobre temas como el Prestige o la guerra es, aparte de una obligación recogida en el currículo, una demanda social. La tercera es que nos sirve para despertar en nosotros determinadas sensibilidades que teníamos olvidadas o adormecidas; porque si usted va a una plaza en donde se esté realizando un simulacro de bombardeo y no le caen las lágrimas es que está vacío por dentro. Por último, y creo que es la que más les interesa, es que en las manifestaciones gritamos, lloramos, exigimos e incluso insultamos, aunque sea al aire. Y todo eso nos sirve para desprendernos de la rabia, del dolor, del odio, de la indignación y de la violencia que nos habéis metido en el cuerpo. José Luis Garaboa. Carnota. En los últimos días estamos acostumbrados a ver transformaciones en diversas personas con el fin de captar la aproximación de los votantes. En este sentido, en Galicia, el señor Touriño, secretario de los socialistas, se esfuerza por aparecer ante la opinión pública con aires de novedad como si en el pasado no tuviera nada que influir en el devenir de los acontecimientos. Sin embargo, todos recordamos su paso por los altos cargos de la administración, sin que esa influencia se notase en inversiones importantes para nuestra zona. Basta recordar que en el momento en que ocupaba una responsabilidad en el Ministerio de Fomento se construyó en el sur de Galicia esta nefasta autovía que llaman de la muerte . ¿Cómo aparecen ahora los socialistas intentando pedir un nuevo trazado? ¿Cómo piden ahora una prisa en el AVE si estando de ministro de Transportes el socialista Abel Caballero no se preocupó en absoluto por nuestras vías de ferrocarril? No se podrá culpar a la gente que no estuvo en un gobierno de las gestiones que no pudieron realizar, pero sí que podemos llamar la atención de los ciudadanos cuando los socialistas actuales intentan decirnos que no tienen nada que ver con ciertas inversiones. Vigo.