POR mis venas corre tinta, desde niño. Veía a mi padre con el periódico abierto bajo la lámpara. Después leí las crónicas de deportes, los resultados y las clasificaciones de los equipos. Luego, la televisión, las noticias nacionales. Y, más tarde, la guerra de las Malvinas en directo gracias a La Voz. Aprendí, como tantos, a leer en el periódico. Ahora es mi hija la que deletrea los titulares. Con las letras grandes le es más fácil. Hay algo de ceremonia en leer un periódico todos los días. Conozco mucha gente que, si no lo hace, se siente extraña. Otros necesitan empezar al revés, por la última página hasta la primera. Esta es la semana de la prensa en la escuela. La prensa educa. Es como un menú en el que eliges lo que quieres. La prensa te implica con tu mundo. Abre tus ojos para que decidas. Te informa para que no te deformen. Los periódicos no se detienen casi nunca, como la rotativa. Siempre fieles a la cita. Te acompañan hasta al baño. El periodismo nace de la curiosidad, apetito tan humano. La prensa es democrática. Nadie obliga a comprar un diario u otro. Y todos se pueden leer o rechazar. El papel prensa une tinta y emoción cada mañana. Para recoger las lecciones que da la vida en cualquier lugar. cesar.casal@lavoz.es