Luz Casal

CÉSAR CASAL GONZÁLEZ, cesar.casal@lavoz.es

OPINIÓN

27 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

LA salud es lo que importa. La noticia saltó en el ordenador y mordió donde duele. Luz Casal, operada de un cáncer de mama, espera recuperarse pronto y tiene unas ganas locas de volver a los escenarios. Luz, sobre un escenario, es una diosa. Su voz viaja y te hace viajar. Te hace sentir calor y frío. Su nombre está entre las grandes, al lado de Billie Holiday o de Edith Piaf, a quienes no se atrevió a interpretar porque ella misma las adora. No necesita músicos. Canta a capela Negra sombra de Rosalía de Castro y provoca un terremoto emocional en todos los que la escuchan. Su timbre es una luz, densa, distinta. Es fácil la comparación, pero no menos cierta. Llega a sitios increíbles. Y es capaz de llenarte la jarra vacía del corazón de una tristeza imposible, de un licor único, ámbar. Luz Casal está tocada. Emocionan los mensajes que le dedican en Internet, para que apriete los dientes y salga adelante:«Tengo 37 años y tuve cáncer de mama hace cuatro años; quimio y radio, y lo logré. La bestia la pintan peor de lo que es. No dejes de luchar». Es momento para que Luz piense en ella. «No me importa nada, que rías o que sueñes, que digas o que hagas», dice uno de sus temas. Real como la vida misma, sólo importa la salud. El resto son pequeños equívocos sin importancia, que escribió Tabucchi. Que Luz Casal se recupere pronto. Para que haga otra vez el milagro de cantar en una habitación y hacer creer a quienes la escuchan que están en Francia, en París, en La Cigale, donde llenó cinco días seguidos hace poco. Para hacerte creer que estás en el mejor teatro del mundo y sobre un paisaje, en una butaca y sobre una ola, junto al filo del viento. Fue chica de coro y tardó en triunfar. La niña prodigiosa de Boimorto, la guajina querida de Asturias, lo superará. Su voz volverá a ser filtro de amor, un bebedizo.