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24 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.A LA HORA de elegir al alcalde de tu pueblo conviene tener presente la geopolítica. Lo fácil es dispersarse con problemas parroquiales. Así, vecinos de miras bajas les piden a los aspirantes a alcalde que les expliquen cómo aliviarán los tapones de tráfico o el hedor del río. Trangalladas. Todo el mundo sabe que lo que se dirime en unas municipales es qué pasa con ETA. A otros les perturban cosas tan nimias como que su ciudad parezca el Bronx, con buracos en el asfalto y las paredes llenas de grafitis (y no precisamente de Keith Haring). Paparruchas. A la hora de votar deben pesar las cuestiones que marcan la vida en nuestras villas y urbes. Por ejemplo: ¿Le filtró Moncloa a la CNMV un informe contra el jefe del BBVA o no? ¿Y qué pasa con el Chino, el Tunecino y la prueba imbatible de la cinta de la Orquesta Mondragón en la furgona Kangoo? Desde luego sería temerario elegir al alcalde de A Peroxa o de Moeche sin sopesar estas cuestiones. Hay vecinos tan prosaicos que quieren que les hablen del suelo industrial, imprescindible para que puedan venir empresas y haya curro. A otros rebuscadillos les preocupa la seguridad, o que un piso de 70 metros valga ya 45 kilos. Y los hay tan frívolos que quieren que su nuevo alcalde les retire el botellón del portal, porque son tan caprichosos que les molesta no poder dormir tres días a la semana en una vivienda por cuya hipoteca se dejan la piel. Por último, existen escrupulosos que les exigen a sus futuros alcaldes un pasado limpio, un bolsillo diáfano y un feixe de ideas frescas. Fruslerías. En las municipales lo importante es la Guerra Civil, el vino de Aznar y la incapacidad política de Zapatero para prever que en Ciudad Real iba a llover más en un día que en todo un año normal. Esos -y la Pantoja, claro- son los temas que se votan el domingo. ¿Cómo lo sabemos? Pues por gentileza de los medios de Madrid.