En solo seis horas, los desiertos reciben del Sol más energía que la consumida por toda la humanidad a lo largo de un año. Esa es la ecológica idea que llevó a un físico alemán a crear en el 2009 la fundación Desertec, con el objeto de estudiar la viabilidad de captar energía solar del Sáhara y Oriente Medio para enviarla a Europa. Aunque al principio contó con la ayuda económica de un príncipe jordano, la aventura resultaba anecdótica (nuestro genial José Echegaray ya pensó en eso hace más de un siglo). Pero tras la reciente decisión del Parlamento de Alemania de abandonar la energía nuclear para el 2022, la cosa cambia. Y cambia mucho más al ver que ya están metiendo el pie dentro tres de los principales colosos de la economía alemana: el Deutsche Bank (su principal entidad financiera), Siemens (la principal empresa tecnológica de Europa) y hasta Munich Re (la principal compañía reaseguradora del mundo). Aunque el principal obstáculo será la magnitud de la inversión, muchos ya empiezan a considerar también aspectos geopolíticos, porque pasaremos de depender del petróleo de esos países a depender de su sol.