Entre lo que se preveía y lo ocurrido finalmente han pasado algunas cosas y otras no. Lo primero, y fundamental, que no ha pasado es que el rescate se hiciera directamente a los bancos. En la petición formal se nombra al FROB y, por tanto, no será directo a la banca como quería el Gobierno. Eso tiene consecuencias negativas para la prima de riesgo, pues el mercado descuenta que el rescate se hará con deuda pública preferente, lo que lesiona al resto de los acreedores.
Lo segundo ha sido que sobre la cuantía a concretar existen incertidumbres preocupantes. Pueden existir créditos inmobiliarios que nominalmente se hayan pasado a crédito a empresas, o clasificados como crédito sano a promotores. Y eso sin evaluar otras carteras bancarias. Por eso Moody?s y Fitch descalifican sin cesar a nuestras entidades. Lo tercero ha sido que, a la vista de lo anterior, el BCE ha tenido que abrir la mano en la aceptación de valores en garantía (hipotecaria y otras) depositados, con calificaciones suprime o muy bajas, para poder mantener nuestra liquidez bancaria en la uci.
Todo lo anterior empuja para que el FMI, que a buen seguro se encargará de esbozar el texto de este MoU -Memorandum of Understanding- con el Reino de España, lo considere solo una primera entrega. Porque la transformación del desbarajuste bancario e inmobiliario en un rescate global al país camina a toda marcha. Todos seremos avalistas y deudores bajo sospecha. El comportamiento de la prima de riesgo será el mejor barómetro para evaluar el éxito de los que presionan en esa dirección.