Fuimos unos afortunados y supimos elegir bien. Porque menos mal que Zapatero se pasó dos legislaturas defendiendo a los más humildes y ahora Rajoy evita baquetearlos. Por eso la señora De Cospedal se jacta de dirigir el partido de los trabajadores. Si no llega a ser por ellos, este país iba directamente a la ruina.
Porque a pesar de lo mucho que hicieron para que la crisis de los excesos no la pagaran los más débiles, España luce hoy el mayor índice de miseria de la UE. Y gracias a la labor ingente de Zapatero y de Mariano, la pobreza llega al 20 % de la población, más de ocho millones de pinganillos, y el índice de miseria, desde que se inició la crisis, ha pasado del 10,87 % al 26,4 %.
Nos dieron la tabarra con que la salida de este pantanal era labor de todos. De los de los bancos, de los de las jornadas de la juventud, de las zarzuelas y de sus señorías. Pero las estadísticas no dicen eso. Las políticas llevadas a cabo por el anterior y su sucesor no han hecho más que llevar a la indigencia y a la ruindad a los menos responsables del desaguisado.
Y por ese camino seguimos. Las últimas medidas de Mariano ahondan en la herida. Eso sí, con el aplauso enfervorizado de los obedientes diputados de su coral polifónica. Que celebran que seamos los primeros de Europa. En miseria.