La felicidad era esto

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

17 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Ha costado tiempo, trabajo y dinero. Pero, después de fracasar en todo lo que han intentado, Mariano Rajoy y sus dos lumbreras económicas, que cada día recuerdan más a Hernández y Fernández, han dado con la fórmula para impedir que España sea intervenida. El antídoto contra el rescate, que evitará que la temida troika nos obligue a tomar unas medidas que destruirían el tejido económico del país, castigarían despiadadamente a los más necesitados, sangrarían a las clases medias y condenarían a los españoles a un largo período de penurias antes de atisbar la recuperación. La solución es asombrosamente sencilla. Y parece increíble que no se le haya ocurrido a nadie antes. Para que no nos impongan desde fuera unas medidas que resultarían catastróficas, Rajoy ha decidido adelantarse y ponerlas en marcha él mismo. ¿Ingenioso, no? Si Grecia, Irlanda y Portugal agonizan después de haber tenido que recortar hasta los rollos de papel higiénico para pagar el rescate, nosotros nos hacemos directamente el harakiri sin necesidad de que nos rescate nadie. «¡Que se jodan!», en palabras de Andrea Fabra. Que a este paso, cuando lleguen a España los hombres de negro europeos se van a encontrar con que les hemos dejado sin trabajo, porque nosotros mismos habremos convertido el país en un erial. Y en la caja fuerte del Estado solo van a encontrar recortes de periódico, telarañas y un vale para cobrar en el 2015, de esos que Montoro quiere endilgarles a los funcionarios. Y muchos recuerdos a frau Merkel.

Rajoy les insiste mucho a los suyos en que no tiene nada de qué avergonzarse. Que él solo hace lo que toca. Y que si nos prometió en campaña la felicidad, que ya es prometer, fue porque creía que el déficit era del 6 %, y no del 8,9 %. Que si de verdad llega a ser del 6 %, por estas que ahora mismo los españoles iríamos por la calle con la mirada alegre y confiada, dándonos abrazos los unos a los otros. Puede que sea verdad. Pero Rajoy debería tomarse al menos la molestia de explicarnos cuál es la diferencia entre que Portugal sea rescatada, obligada a subir los impuestos, a quitar la paga extra a los funcionarios, a eliminar subvenciones y a reducir el subsidio de desempleo y que España haga exactamente lo mismo sin ser rescatada. No sé si me explico, pero a los griegos, portugueses e irlandeses, a cambio de tanto tormento Europa les ha dado un pastizal. Y a nosotros, Mariano, nos aplica el mismo suplicio y encima a Merkel y a esos picajosos finlandeses la función les sale gratis. Para hacer ese papelón, la verdad, a Rajoy y a Hernández y Fernández más les valdría retirarse con dignidad y dejar paso a un tecnócrata que se limite a echar la cuenta y a cerrar la persiana. Un Monti, para entendernos, que nos administre el mismo aceite de ricino amargo, pero nos evite la ira de recordar que quien nos sube ahora hasta la factura del entierro nos prometió no hace ni un año la felicidad. Nada menos.