Reformar con prisas

Enrique Castellón
Enrique Castellón MEDICINA Y ECONOMÍA

OPINIÓN

06 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En Madrid han decidido privatizar la gestión de hospitales públicos. ¿Se utilizarán mejor los recursos? ¿Se garantizará la calidad? Yo no lo sé, y no creo que nadie lo sepa. Pudiera ser, aunque ayudaría avalar la decisión con un análisis riguroso de experiencias comparadas. Pero no es el caso. Personalmente creo que la gestión privada de instituciones sanitarias es capaz de ofrecer buenos resultados y satisfacer al paciente, lo que no es desdeñable. También de lo contrario. Otro tanto sucede con la gestión pública, que no está libre de intereses particulares y por eso no cabe decir que esté por definición orientada al interés general. Todo depende de que haya buenos gestores, regulación inteligente, controles independientes y exigencia efectiva de responsabilidades.

Y buena información, rigurosa e independiente. Que permita valorar ex ante las políticas y elegir las mejores alternativas. O que informe de la manera más adecuada de gestionar los recursos. En definitiva, que sirva para identificar con claridad las responsabilidades de instituciones y agentes. Y tiene que ser pública. El sistema sanitario genera mucha información aunque poco útil. Vale para memorias, pero no para decidir. Las decisiones se toman por intuición, por conveniencia política o directamente por intereses espurios. Los ciudadanos asisten atónicos a la imposición de medidas que derivan de iniciativas que apoyaron. Por ejemplo, el canon extra de un euro por receta aprobado en el mismo paquete. Por su escasa cuantía y tope garantizado puede ser útil para reducir abusos sin añadir riesgos. A la gente, no obstante, no le gusta, pero es que de alguna manera trae causa en la construcción de nuevos hospitales y otras inversiones sin justificar aplaudidas por la mayoría. ¿Eran necesarios? Nunca se planteó rigurosamente, ni se exigió. ¿Tiene culpa la gente? Sí y no. Los ciudadanos no tenían por qué saber que no saldrían gratis (aunque podían haberlo imaginado). Pero no hubo información en tiempo y forma ni de la oportunidad, ni de su coste, ni de las alternativas (que las hay).

No solo. Si la salud es el objetivo, las alternativas a la asistencia sanitaria a partir de cierto nivel de gasto son la educación, el medio ambiente o el soporte social (determinantes todos ellos de la salud). Por no hablar de la investigación. ¿Se han valorado los usos alternativos de los recursos públicos a este fin? No. Y sin embargo las decisiones se han tomado (a ciegas). Antes de entregar la gestión de una institución pública a una entidad privada, o de moverse del derecho administrativo al privado, o, simplemente, de construir un nuevo hospital, es preciso desplegar todo un sistema de información independiente que permita monitorizar el proceso y valorar los resultados. Que además ayude a la gente a orientarse y eventualmente elegir. Tienen que preverse los mecanismos para enderezar la situación si los resultados no son los esperados. Y las reglas de juego han de estar a la vista de todos. Todo ello lleva algún tiempo -no mucho- pero, cuando se tiene prisa, conviene vestirse despacio.