Nueva York tiene mucho ritos. Sobre todo para los europeos. El club donde Woody toca el saxo, entre guion y guion. Central Park. Ir a ver Broadway. Este último es uno de los imanes más potentes de la Gran Manzana. Y así es que hasta los grandes actores de Hollywood se hicieron o tuvieron que pasar por Broadway para consagrarse. Ahora mismo la oferta es espectacular. Si Al Pacino se forró haciendo sobre las tablas al agente inmobiliario de Glengarry Glen Ross, hasta finales de marzo nada menos que Scarlett Johansson está con el papel de Elizabeth Taylor de La gata sobre el tejado de zinc. Como lo leen. Scarlett Johansson cobra por subirse al escenario y por recibir la bendición o el varapalo de la crítica 30.000 euros a la semana y un 7,5 % de la taquilla. La producción para resucitar la obra de Tenesse Williams en Broadway se va a casi tres millones de euros. Las entradas se cotizan a doscientos euros. Pero claro, la tentación es demasiado irresistible. A solo unos metros de la butaca, ante ti, Scarlett, en un doble salto mortal en su carrera. Compite con otra grande, con Jessica Chastain, la agente de La noche más oscura, que está haciendo La heredera. Dos lujos. Y es que Broadway atrae a las estrellas.