Los datos de la contabilidad trimestral publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) permiten ir afinando el diagnostico sobre la coyuntura de la economía española. Por un lado, el PIB ha vuelto a crecer ligeramente en el primer trimestre del 2014 -ya van tres consecutivos- por lo que se puede decir que estamos en la línea de salida de la recesión. Pero por otro, es un crecimiento tan débil, el 0,5% interanual, que resulta claramente insuficiente para crear empleo, como lo demuestra la destrucción de 55.000 empleos a tiempo completo en el último año.
Esta sería la síntesis de la coyuntura actual: la economía ha dejado de caer, pero aún no crece con suficiente intensidad como para crear empleo. O dicho de otra forma: salimos de la recesión, pero no de la crisis.
Pero más allá de este rasgo básico, hay en los datos del INE cuestiones relevantes, que afectan a los factores de crecimiento, que en algunos casos son poco explicables. Por ejemplo, es muy difícil entender la evolución del gasto de las Administraciones públicas. En el cuarto trimestre del 2013 el gasto público se desplomó, a pesar de la recuperación de la paga extra de los funcionarios. Y, sin embargo, en el primer trimestre del 2014 creció de forma extraordinaria, muchísimo más que en cualquier trimestre anterior.
Sin poner en duda los datos del INE, la única explicación posible a esta anomalía es que muchas de las facturas del final del 2013 se guardaron en el cajón para cuadrar la cifra de déficit público, y ahora salen todas juntas provocando un aumento tanto del gasto público como del PIB que distorsiona la realidad.
También es poco explicable el crecimiento del consumo de los hogares, que aumenta el 1,6 % en tasa interanual, porque en ese tiempo el empleo cayó, el 0,3 %, y los salarios bajaron, según los datos del INE. Con menos empleos y bajando los salarios, no deja de ser sorprendente esta evolución del consumo de los hogares, porque tampoco parece que se pueda sostener en un crédito bancario que sigue cerrado para las familias.
Por ultimo, el INE constata que el sector exterior ha dejado de funcionar como motor de crecimiento de la economía española: son ya varios trimestres seguidos en los que ha dejado de contribuir al incremento del PIB, tanto por el agotamiento de las exportaciones como por el aumento de las importaciones.
Este es un cambio muy relevante en el patrón de crecimiento del PIB de los años de la crisis, que obliga a reforzar el papel de la demanda interna como motor fundamental del crecimiento, algo que pasa, necesariamente, por más empleo y más salarios para aumentar el consumo familiar.
En nuestro país hay 15 millones de hogares en los que viven 38 millones de personas y donde los salarios o las pensiones y otras prestaciones son la fuente principal de ingresos y, por lo tanto, son determinantes tanto en la evolución de la demanda interna como del PIB.