Sampedro

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

01 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando se cumplió un año de su muerte física, José Luis Sampedro resucitó en las librerías. Se publicó su libro póstumo, Sala de espera, gracias, como siempre, a la colaboración de su mujer, Olga Lucas. Además se le hizo justicia, con una placa en su casa de Madrid, para que nadie olvide nunca que allí vivió, escribió y pensó un héroe moral de nuestro tiempo. Alguien que supo ponerse en pie cuando se le reclamó como portavoz, como conciencia cívica, de los indignados. Sampedro no falló nunca. En este Sala de espera está desde su infancia (también la de su pareja), a sus reflexiones, a cartas de puño y letra y fotografías personales. Sampedro dijo muchas frases maravillosas pero hay una que jamás olvidó: «Lo importante es aprender a bien estar. Nos empeñamos demasiado en querer más y más y nos perdemos vivir». Tiene toda la razón y todo el corazón. No sabemos valorar que es suficiente con el bien estar. No hay otra receta hacia el equilibrio. Pero supo también Sampedro denunciar «la degradación moral de nuestros días». Este siglo caótico, confuso, en el que todo es fugaz, este tiempo deconstruido y destruido donde parece que se impone el imperio del absurdo. Frente a la oscuridad, nada como la luz del pensamiento de hombres como Sampedro. Mejor una sala de espera que una sala de desespera.