Cuando se cumple un año de la tragedia ferroviaria de Angrois, nuestro primer recuerdo y pensamiento es para las víctimas, sus familiares y amigos. Personas, las primeras, que por subirse a un tren en la víspera de un día que se esperaba festivo para todos, se vieron privadas de pronto de su vida, o de su salud, o de sus hijos, o de sus hermanos, padres, amigos, etcétera.
Hace seis meses nos interrogábamos acerca de doce cuestiones que todavía siguen sin respuesta. De entonces acá, otros seis meses nos han revelado más cuestiones por responder.
El Estado debe dar respuestas a todos estos interrogantes por boca de los que tienen o han tenido la responsabilidad de ser los gestores de los asuntos públicos. Pero parece que tanto los gestores actuales con el partido en el Gobierno al frente como el Gobierno anterior se llaman a andanas y, por el contrario, se dedican a obstruir las investigaciones.
Ahora toca a la Justicia juzgar todo un cúmulo de irregularidades (algunas de ellas, presuntos comportamientos delictivos) de índole diversa: responsabilidades políticas en el cambio de las condiciones del proyecto de la infraestructura para la obtención de réditos políticos; engaños a la opinión pública con prestaciones de seguridad que no eran tales y la venta de una línea de alta velocidad (AV) que no era tal y no incorporaba las tecnologías más avanzadas; insuficiente y deficiente señalización en la curva de A Grandeira que solo contaba con Asfa convencional y que, de contar con el sistema Asfa más avanzado, hubiese evitado el accidente; la puesta en servicio de un vehículo en absoluto idóneo para superar condiciones críticas de operación, tal y como desgraciadamente el accidente ha puesto de manifiesto, vehículo que presenta un comportamiento dinámico inadecuado en vía; graves irregularidades en la homologación administrativa y legal de este vehículo, de acuerdo con la normativa nacional y europea; desactivación a petición de Renfe y autorización de Adif del sistema RTMS en el tramo Ourense-Santiago hasta poco antes de la curva donde se produjo el siniestro, que de estar operativo hubiese evitado el accidente, y que todavía sigue sin estar instalado.
Seguimos: oídos sordos por parte de Renfe y Adif de la advertencia de un jefe de maquinistas, al poco de inaugurarse la línea, sobre la peligrosidad y mala señalización de la curva de A Grandeira, que sin embargo fue reseñalizada y dotada del Asfa avanzado a las pocas horas de producirse el accidente; las medidas ordenadas por la ministra nada más producirse el accidente, lo que evidencia que las cosas no eran las correctas en Angrois y en otras líneas de la red; incumplimiento de las promesas de la ministra de Fomento de colaboración para el esclarecimiento de la verdad, evidentes en la obstrucción tanto de Adif como de Renfe a los requerimientos judiciales, negándose sus máximos órganos de responsabilidad a prestar, a pesar de estar imputados, declaración en sede judicial; negativa de los partidos mayoritarios, PP y PSOE, cuyos gobiernos están implicados en el caso, a la creación de una comisión de investigación parlamentaria para dirimir posibles responsabilidades políticas; la falta de imparcialidad de la CIAF (Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios), que se erige en juez y parte al depender funcional y administrativamente del propio Ministerio de Fomento.
Sin duda alguna los vecinos del barrio santiagués de Angrois se llevan lo mejor, si algo positivo puede haber en una tragedia de esta magnitud. Al poco de producirse el accidente, inundaron con su presencia las vías con sus ayudas, su cariño, su bonhomía y su compasión, que resultaron vitales para muchas personas hasta que llegaron los primeros medios de socorro. Bien merecida y mucho más que merecida tienen la Medalla de Oro de Galicia.
Otro tanto cabe decir de los servidores públicos, de los servicios médicos, hospitalarios, asistenciales, bomberos, fuerzas de seguridad y vecinos santiagueses que en tromba se echaron a la calle y a las puertas de los hospitales a dar lo que fuese necesario para salvar vidas. Lo que los vecinos y todos ellos dieron de sí aquella fatídica tarde y en los días posteriores ha quedado esculpido, de forma indeleble aunque no se vea, en el universal Pórtico de la Gloria.
De igual forma y, por último, destacar el impecable comportamiento del juez Aláez, que ya ha abandonado el caso por traslado a petición propia a otro juzgado, y que a lo largo de su instrucción ha demostrado dotes de independencia, imparcialidad e interés en la búsqueda de la verdad. Ojalá el nuevo juez instructor siga los pasos de su antecesor.
Los héroes son los que acabamos de describir, los villanos, como casi siempre, los políticos, que se niegan a investigaciones parlamentarias para ocultar sus negligentes y posiblemente delictivas responsabilidades políticas y se dedican a obstruir a la Justicia, negándose a esclarecer los hechos.
Frente a todos estos y otros avatares lucharon y siguen luchando víctimas y familiares en sus asociaciones, para cuyo arrojo incansable en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, que esperamos prontas y satisfactorias, tienen y tendrán siempre todo nuestro apoyo y todo nuestro reconocimiento.
Hoy es una fecha para recordar y honrar a las personas fallecidas y al resto de víctimas, para alentar y acompañar a sus familiares y para agradecer a todos aquellos que las ayudaron, sin alharacas políticas partidistas.
José Enrique Villarino Valdivielso, del Foro del Transporte y el Ferrocarril.