La OCDE contra Merkel y su escudero

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

08 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Primero fue el Fondo Monetario Internacional y ahora es la OCDE. Los dos guardianes de la ortodoxia, los dos templos del saber dominados por el pensamiento más conservador, realizan una enmienda a la totalidad a la política de austeridad a ultranza.

Ya hace unos meses el FMI demostró que los recortes en el gasto público provocan -a través de los denominados multiplicadores- una caída del PIB muy por encima de lo que se pensaba y por lo tanto que la política de austeridad compulsiva impuesta por la troika era la responsable, en gran medida, de la doble recesión que sufrió la economía de la zona euro.

Y ahora es la OCDE la que da el golpe de gracia, en lo académico y en lo político, a la devaluación salarial y la precariedad laboral de la que tanto presume el presidente Rajoy, el último escudero fiel de la derecha alemana. La OCDE acaba de decir, alto y claro, que la reducción de los salarios no solo deteriora la calidad de vida de las familias sino que daña la economía.

Las razones son evidentes y han sido expuestas de forma reiterada durante años por los que defienden esta posición. Los salarios, y las prestaciones sociales como las pensiones, son el origen principal de la renta de nueve de cada diez hogares españoles, de tal forma que si se reducen, el resultado es el empobrecimiento de la inmensa mayoría social, tal y como viene sucediendo en España desde 2010.

Pero no es solo dolor para las personas, que también y mucho. El consumo de los hogares -que depende directamente de su nivel de ingresos- es la componente fundamental de la demanda interna y por lo tanto condiciona de forma determinante el crecimiento económico. Bajar las rentas de la mayoría deprime la demanda y lleva a la recesión.

Queda poco tiempo para reaccionar y por eso las palabras de ayer de la OCDE y las del presidente del BCE hace unos días son tan importantes. La economía de la zona euro se está asomando peligrosamente a una nueva recesión, la tercera en siete años, que tendría consecuencias devastadoras, especialmente en países con una tasa de paro tan insoportable como España o Grecia. En la situación en la que estamos, estancamiento camino de la recesión y con la amenaza de la deflación, es cada vez más urgente sacar toda la artillería de las políticas expansivas, la fiscal y la monetaria, pero también y, especialmente, la salarial.

Ya es absolutamente necesario el cambio en la estrategia del crecimiento salarial, urgente en España pero también en el conjunto de la zona euro, abandonando de forma definitiva la devaluación salarial.

Necesitamos que empresarios y sindicatos pacten aumentos salariales por encima del IPC, que sirvan tanto para recuperar las maltrechas rentas de las familias como, sobre todo en este momento, ser la palanca fundamental del crecimiento. Y también el Gobierno, que a través del incremento de las retribuciones de los empleados púbicos y de la fijación del salario mínimo interprofesional para 2015, puede y debe enviar un mensaje contundente en esta dirección.