Los villancicos comenzaron a elevarse sobre las trincheras. Como vaho. Como el vapor de dos ollas a fuego lento. Y se unieron en tierra de nadie. Como dos murmullos abrazados. Dicen que todo empezó así. La llamada Tregua de Navidad de 1914. Un alto el fuego no oficial entre soldados británicos y alemanes en Bélgica durante la Primera Guerra Mundial. Para conocerse, intercambiar tabaco, botellas de licor y chocolate, y jugar un partido de fútbol. En el Reino Unido arrasa un anuncio navideño británico que se inspira en esta historia. Parece un cuento navideño. Probablemente nadie hubiera creído a aquellos combatientes si no hubiera fotografías. Hombres posando juntos, con distintos uniformes. Aquello provocó que los ejércitos incrementara el control de las imágenes tomadas durante la contienda. Eran tiempos de guerra y para mantener en funcionamiento la maquinaria había que censurar la paz.
La UEFA quiere conmemorar aquel encuentro. Ni la UEFA ni la FIFA se han distinguido precisamente por su lucha por la democracia o por la paz. A lo largo de su historia sus responsables han preferido cerrar los ojos ante monstruosidades varias con tal de que continuara el espectáculo.
Aquel partido de fútbol lo ganó Alemania. Hay cosas que no cambian ni aunque se juegue en un campo de batalla. Otras sí son distintas. Es cuestión de valor. Entonces, unos chicos que fueron a la guerra salieron de la trinchera para pasar la Navidad con sus enemigos. Hoy en día otros que supuestamente salen de casa para pasar un buen rato en realidad solo buscan la guerra y la trinchera. Entre ellos hay más de un siglo de diferencia.