Ibáñez se queda corto. Él mismo lo admite. Es difícil competir con la colección de gags de la realidad. Mortadelo y Filemón vuelven hoy a la calle del brazo de Bárcenas, rey de la peineta. Pero España produce demasiado embutido, incluso para estos bocadillos, y dibuja con trazo grueso villanos de cómic.
Interior releva al jefe de Asuntos Internos por meterle mano a pruebas del caso del pequeño Nicolás. Lo que plantea más dudas sobre los personajes que participaron en esta versión castiza de ¿Dónde está Wally?.
Jordi Pujol hijo, el primogénito del exhonorable expresident, confiesa que lo que buscaba la familia con sus tejemanejes patrimoniales era «una opacidad absoluta». Patria y opacidad.
La Audiencia Nacional admite la querella contra los exministros Elena Salgado y Miguel Sebastián por su supuesta manga ancha con las eléctricas. Obsérvese que Salgado fichó por Endesa solo tres meses después de dejar la cartera. La cartera ministerial, naturellement, que dirían en la Costa Azul. Están en cuestión los miles de millones aportados a las empresas para compensar la liberalización del sector y garantizar un precio mínimo. Igualito que con el tema de la leche, naturellement.
Por si fuera poco, parece que Iñaki Urdangarin hacía chanchullos para que le regalaran hasta las zapatillas deportivas. Al menos se intuye que tuvo el gesto de pedirlas también para Marichalar.
Con todo, resulta que España consigue financiarse gratis por primera vez. Y eso que el gran Ibáñez podría reeditar aquellos personajes de Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo. Como diría Mortadelo: «¡Corra, jefe, corra!».