Puccini en México

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el pasado miércoles, tras un larguísimo vuelo, llegué a México D. F., de madrugada, decidí callejear para hacer tiempo, porque todos aquellos insensatos que pululaban a mi alrededor creían que eran todavía las ocho de la tarde. Y eran. O sea que, ya ven, tenía razón Einstein y el tiempo es relativo. El caso es que, sintiéndome como mis hijos cuando eran jóvenes y salían de botellón, me metí en un gran edificio de piedra donde veía que entraban docenas de personas. Se trataba de la Asociación de la Prensa, y allí se presentaba el libro La casa blanca de Peña Nieto, que se está convirtiendo en el mayor escándalo del actual presidente y la gaviota, su mujer. Carmen Aristegui, la famosa periodista televisiva, explicaba cómo los tribunales están prevaricando a favor del presidente para acallar las protestas. Un público de más de mil personas escuchaba indignado y beligerante, y yo, aunque dormido, también. Al día siguiente, en los periódicos y en la calle, comprobé cómo sangra todavía la herida de los 43 de Ayotzinapa.

México es hoy una ciudad universal, todavía prehispánica, caótica y plagada de modernos, como el París de Kiki. En el México de Jorge Negrete hoy se pasean los gais en minifalda. Y en el Palacio de las Bellas Artes, Tosca muere de amor de nuevo como nunca antes ha muerto nadie, en la ópera más hermosa que nunca antes haya yo presenciado, y ya llevo algunas. Donde Héctor Sandoval debería haber cantado «estoy borracho, les gritaba, y soy muy macho», cuando una bala atravesó su corazón.