Elecciones: la ley electoral no es una aspirina

OPINIÓN

14 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la misma ley electoral, que es buena, celebraremos nuevos comicios el 26 de junio, aunque políticos ventajistas y no pocos asiduos de redes y tertulias claman por una nueva norma, callando el porqué y ocultando, quizás por ignorancia, que la nuestra es ejemplo positivo para otros países y referente para acercarse a ella.

Como dice el coruñés Ignacio Lago Peñas, autoridad en la materia, una ley electoral no es una aspirina que cure todo, sino una regla de suma cero que funciona como una manta: o te cubres los pies o te cubres la cabeza. Y la española está en el punto dulce entre los dos extremos. Para el profesor de Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidade de Santiago, una ley electoral debe reflejar lo más certeramente la diversidad del país, no buscar ventajas para ningún partido, perdurar en el tiempo y adaptarse a los cambios poblacionales.

A juicio de otra potestad en la materia, el sociólogo y politólogo Alberto Penadés, en el caso de España lo más razonable sería prescindir de la provincia como circunscripción electoral y hacer otra, cuyo número puede ser también de 50 más Ceuta y Melilla, con igual población y 7 u 8 escaños en cada una. «Si pudiéramos abolir la provincia como realidad electoral sería posible tener el sistema electoral que mucha gente sensata tiene por ideal -señala Penadés-: uno como el nuestro en representatividad y gobernabilidad, pero menos sesgado hacia algunas opciones partidistas que son las más de derecha sobre las más de izquierda y las más veteranas frente a las más nuevas». En una palabra, desaparecería la penalización que tienen ahora Podemos-IU y Ciudadanos en provincias despobladas como Soria y Teruel por sobrerrepresentación de los votantes. Como consecuencia de esta nueva circunscripción electoral, coinciden ambos expertos, se atenuaría del sistema de incentivos el polo de atracción que la escala provincial tiene para las ambiciones políticas, dando más peso a las organizaciones locales y autonómicas, y otorgando ventajas potenciales para la vida interna de los partidos si las organizaciones provinciales y sus listas dejan de ser instancia determinante en la selección de candidatos.

Sobre otros dos mantras, ambos son tajantes: la segunda vuelta perjudica a los pequeños, que no logran representación porque es muy difícil pasar de la primera. Y acerca de las listas abiertas y no cerradas, son partidarios del sistema sueco: para evitar la compra masiva del voto solo suben en la lista los candidatos que alcanzan un porcentaje mínimo de preferencias.

Tras recordar que España es, después de Alemania, el país más descentralizado del mundo, Lago y Penadés creen que el Senado debe seguir existiendo, pero como Cámara territorial en la que se discutan asuntos de este ámbito, y no de segunda lectura como ahora.

Y dos añadidos curiosos: ambos defienden el voto en urna con papeleta física, frente al electrónico, por considerarlo más transparente, seguro y riguroso en caso de comprobación, y defienden la enrevesada normativa actual del voto por correo para los residentes en el extranjero porque -dicen- respeta mejor el principio de que se vota donde se vive. Así que no seamos cainitas y conservemos y perfeccionemos lo que se alaba fuera como un logro español de la representación ciudadana. Y mientras tanto y después de cuatro meses extravagantes, vayamos a las urnas para mandatar gobernabilidad y un Gobierno serio.